Seguro que alguna vez la expresión “tranquila, yo me encargo” y te han entrado ganas de pegarle un puñetazo al macho de turno. Ya sea para matar una araña o aparcar un coche, siempre está la puñeterita frase paternalista acompañada de una sonrisa que a mí, personalmente, me toca mucho los ovarios. Y es que hay hombres que se piensan que han venido a la Tierra a sacrificarse por nosotras, como si no tuviéramos nada mejor que hacer que dejar a un imbécil con complejo de héroe tus batallas por ti.

“Lo hago por tu bien, no deberías estar con alguien como yo”

A lo largo de mi escasa (pero intensa) andadura por el mundo, me he encontrado con tropecientos hombres así. No sé si eso que dice mi padre es verdad y voy atrayendo a todos los patanes de universo o que es una cualidad puramente masculina, pero es que no me lo explico. Muchas ganas me han dado ganas de agarrar a un héroe de mierdecilla de esos por lo hombros y gritarle: ¿En qué momento me has visto cara de necesitar ayuda para tomar decisiones? ¿Quién te manda a ir por ahí “arreglándole la vida” a la gente que no te lo ha pedido?

Pero seguramente ni ellos mismos lo sepan. Aunque intentarán contestar porque, ya sabéis, TIENEN QUE SALVARNOS DE NUESTRA IGNORANCIA.

Hombres del mundo, cariños míos, no hace falta que hagáis eso. En serio. No necesitamos a alguien que se sacrifique por nosotras, no queremos que nos salven, no queremos héroes. Queremos tíos normales, a poder ser empotradores salvajes, que nos apoyen mientras se ocupan de sus propios problemas y nos traigan nachos con queso. Así, también nosotras mismas nos sacaremos las castañas del fuego y libraremos nuestras propias batallas con la tripa llena, QUE ES LO SUYO. 

Así que no, no nos vengáis con esa mierda de que hacéis las cosas por nosotras, por nuestro bien, por evitarnos sufrimiento.

Dejadnos que elijamos nosotras solas, que somos mayorcitas y tenemos el chocho negro ya.

GRACIAS.

Hasta nunqui.