¡Hola corazones! (¿Qué pasa? Hoy me he levantado con el Anne Igartiburu subido…)

Hoy sus pregunto; ¿hay algo peor que estar invitad@ a una boda? Sí, estar invitad@ a varias.

Y aquí ando, con mi drama. Porque os cuento, llevo invitada varios años a la boda de una amiga, hasta aquí todo normal. Una boda al año no hace daño, y menos aún una que te da tiempo a asimilar más de seiscientos días.

giphy-1

Cuando esto ya estaba macerado a fuego lento en lo más profundo de mi alma y ya no sentía picores de pensarlo, va la típica amiga toca ovarios y  te sorprende con que se casa por sorpresa. En principio no cunde el pánico porque es una boda por papeles. No, no penséis mal. No esos papeles. Amiga con novio formal desde que Matusalén existía, que se va a currar a E.E.U.U. y decide casarse para evitar problemas de acceso a su pareja. Amiga que te lo cuenta en plan: “Me caso por lo civil, con mis padres, los suyos y su hermano. Y luego nos iremos a comer por ahí. Vamos que no hay boda-boda. Pero quería que lo supierais.” Amiga que dos semanas después te llama para decirte: “¡¡¡¡Churrrrriiiiiiii cambio de planes!!!! Nos casamos a lo grande, prepárate para el bodorrio del siglo.”( ¡Ahá! Yupi-yu. Muero de emoción.).

Cuando no has terminado de asimilar la segunda, aparece la tercera. Que sabes que no hay dos sin tres, ¡pero coño! La tercera me sorprende, no la esperaba y me sabe a Diosito apuñalándome. Y se resume en visita fugaz al pueblo, encuentro fortuito con prima segunda o tercera (ya he perdido la cuenta del parentesco), con la que tuve muchísimo trato en la tierna adolescencia pero ahora casi no sé nada de su vida, que me dice que se casa. Como soy super educada y la veo feliz-feliz, la pregunto por detalles; la fecha, el vestido, desde cuando tiene novio; lo típico. Parloteo infinito a la solana en mitad de la calle que se transforma en historia de terror cuando aparece la madre de la novia, hinchada como un pavo real (o como un oso antes de invernar, o quizá ambas cosas), que tras los dos besos de rigor, el cuanto tiempo, y el que hermosa estás, salta con un; “Bueno, ¿y tú para cuando?”. La edad es experiencia y esta pregunta ya la resuelvo de maravilla; “Yo estoy eligiendo gatos y me estoy dejando canas”. Acompaño esta afirmación dicha con total seriedad, con una sonrisa dientes-dientes al más puro estilo Pantoja. Ambas se echan a reír y mi prima me dice que ya la contaré de quien voy acompañada a la boda. ¡Zasca! Esto es lo que yo llamo DOLOR SOBRE DOLOR. Pocas cosas deben ser peores que una boda de pueblo a la que asistes soltera. Y lo peor es saber que de no ser por este encuentro probablemente no estaría ni invitada.

giphy-2

Y eso, que estoy entre ser una perraca inventa excusas o una buena persona, y con el temor a una cuarta boda en el cuerpo.

Que yo lo entiendo, ¿eh? Compartir la felicidad del momento con amigos, familiares…..todo muy bonito….pero las bodas, seamos sinceros son muerte. Puedo celebrar esa felicidad íntimamente, tomando cerves en un bar y brindando por la nueva etapa que mi ami empieza hasta que el alcohol se nos salga de las venas. No veo la necesidad de pasarme meses buscando vestido y complementos, la necesidad de esas despedidas de soltera que siempre (SIEMPRE), organiza la amiga choni a la que llevar penes en la cabeza le parece lo más de lo más, ni mucho menos la necesidad de pasar por estar sentada en la “mesa de solteros” (o en su defecto en la mesa de “jóvenes-ya-no-tan-jóvenes” en la que suele haber 99% de parejas).

En serio, si me queréis irse. (O dejadme a mí que no vaya).

Pd: soy muy fan de ese piropo rural, HERMOSA, que sí, significa que estás entrada en carnes, pero es piropo.

 Autor: Ruth