Yo no creo en Dios ni en nada, quizá un poco en el Karma, pero más como concepto de “el que la hace la paga” que otra cosa. Quiero creer que si eres mala persona y un soberano hijo de puta, algo te lo devolverá redoblado. Sé que no es así siempre, sino no existirían violadores y asesinos en el mundo porque ya estarían todos exterminados, pero sí que creo que si eres mala persona o haces algo mal, algo te va a caer. Y es que en este sentido, mi amiga no es que sea mala ni mucho menos, pero se rio de una señora mayor al caerse al suelo y el universo se la devolvió. Y por supuesto, yo me descojoné.

Todo ocurrió el otro día cuando íbamos de camino a una cena con otras amigas. Ella, vamos a llamarla Paula, y yo, preferimos irnos andando. Estaba un poco lejos pero hacía fresquito y nos apetecía. A mitad de camino pasamos por un parque que nos quedaba a nuestra derecha y vimos de lejos como una señora mayor con bastón iba bajando las escaleras para irse ya a su casa. En ese momento, justo cuando ya estábamos prácticamente muy cerca de los escalones, vimos como se tropezó o le falló la pierna y se cayó, rodando poco a poco por los 10 escalones del parque hasta caer a nuestros pies.

Obviamente, mi primera impresión fue “Dios Dios Dios, que se ha matado”, la de mi amiga era muy diferente. Cuando llegó la señora al suelo, pocos segundos después se escuchó la risa de mi amiga explotándole de dentro, como si la hubiera querido contener por respeto y se le escapó. Sí que es verdad que la caída fue algo divertida por las poses que iba poniendo la mujer y que al final esa señora se lo tomó con alegría y se rió ella misma también, no tuvo nada de nada, ni un rasguño, y eso hizo que la situación fuera algo cómica. Y en el caso de mi amiga, lo exteriorizó.

Una vez que la señora se fue a su casa, le dije a mi amiga que ya le valía, que no se tendría que reír de esas cosas, que luego el Karma se la va a devolver. Pues no pasaron ni diez minutos cuando, ya en el sitio donde habíamos quedado, en la entrada, se cruzó con una cucaracha (le daban un tremendo pavor) y por intentar esquivarla se echó para atrás, se apoyó sin querer en un coche aparcado por no caerse, pero tan fuerte que se activó la alarma. Se asustó y se tropezó con el camarero que estaba sirviendo en la terraza, justo enfrente de los coches aparcados, tirándole toda la bandeja y llenándose ella por completo de comida y bebida.


Y ahí comenzó mi gran descojone del siglo. Nunca me había reído tanto en la vida y nunca había visto una parodia así. Mis otras amigas que estaban sentadas en la terraza también lo vieron todo y se rieron de la situación tan cómica, pero aún más cuando les conté lo que había sucedido diez minutos atrás. Moraleja: nunca te rías de las desgracias ajenas, nunca sabes lo que te puede pasar a ti, darling.