Resulta que hace unos días Ashley Graham tuvo la indecencia de subir una foto a su cuenta de Instagram en la que se la veía algo más esbelta de lo habitual. Y claro, la peñita ya tuvo que soltar sus opiniones de mierda porque qué osada subiendo fotos delgada y presumiendo de ser abanderada del movimiento body positive… ¡HA DEJADO DE REPRESENTAR A LAS GORDAS! ¡A LA HOGUERA CON ELLA, HOMBRE YA!

De verdad, mi cerebro no procesa tanta mala leche en las redes sociales. Vale, puede que haya perdido unos kilos pero ¿dónde está el puto problema? ¿Si abrazas el body positive inmediatamente quedas exenta de hacer con tu cuerpo lo que te salga del parrús? ¿Tienes que ser gorda obligatoriamente? ¿La gente puede dejarte comentarios ultra tóxicos gratuitamente? Ah, ya, claro, es el precio de la fama y de ser un personaje público me diréis algunxs. ¿Pues sabéis qué os digo? Que me coméis el chichi y a Ashley también. ¡Shau trollsitos!

No le encuentro ningún sentido a criticar a Ashley por haber adelgazado. Primero porque no sabemos qué hay detrás de ese adelgazamiento; no sabemos si es una faja mágica para un momento puntual, si es cosa de la perspectiva de la foto, si ha empezado una dieta por lo que sea o si son sus nervios jugándole una mala pasada. Pero en realidad… ¿qué más da? Sigue siendo una diosa que lucha cada día por la visibilidad de la diversidad de corporalidades y por el empoderamiento femenino, me da exactamente igual lo que midan sus proporciones.

Otra cosa sería que se volviera loca y empezara a soltar comentarios gordófobos a diestro y siniestro, con esa superioridad moral que se le escapa a algunas personas que, con mucho esfuerzo, han conseguido bajar de peso y ya se creen que todo el mundo puede hacerlo igual que ellas. Si fuera así entendería perfectamente la polémica y me atrevo a decir que yo también me enfadaría un montón. Pero no amichis, no es el caso. Ashley no ha cambiado ni un poquito su discurso así que a mí me sigue representado muy a tope.

Entiendo que las personas con cuerpos no normativos busquemos vernos representadas en el mundo de la moda, pero las modelos de tallas grandes NO NOS DEBEN NADA, se siente. Además Ashley consiguió romper un techo y abrir camino a la inclusión con un discurso bien articulado y, solo por eso, deberíamos respetarla y pensar antes de soltar lo primero que se nos pase por la cabeza. ¿Os imagináis que decide teñirse de rubia y que las morenas saltamos como locas a criticarla porque ha dejado de representarnos? NO TENDRÍA NINGÚN SENTIDO, pues muchos de los comentarios de esta foto tampoco lo tienen. El body positive se puede defender de muchas maneras: adelgazando, operándose, vistiéndose con sacos, con lycra, whatever… Me agota ver este tipo de circo mediático alrededor del cuerpo de las mujeres, me duele ver esos juicios y esa impunidad total en nombre de la libertad de expresión. Ni Ashley Graham, ni ninguna otra mujer, deben convertirse en los chivos expiatorios de nada. Si ella decide adelgazar (o lo que sea) es su decisión y no somos nadie para ponerle ni un pero.