A mediados de 2019 conocí a un chico – al cual vamos a nombrarlo como Pedrito – me caía bien y nos estábamos haciendo amigos. Desde un principio le dejé en claro que solamente le podía ofrecer mi amistad ya que yo seguía enamorada del que en ese momento creía que era el amor de mi vida.

Pedrito y yo ya éramos amigos y teníamos una amistad aparentemente sana. Nos contábamos todo, estábamos ahí pero cada vez que yo le contaba que hablaba con otro chico o que me iba a ver con otro se enojaba. Me decía que yo era mucha mujer para todos y que ninguno me merecía. Me pidió que le diera una oportunidad porque el sí me quería “de verdad”. Yo decidida sabiendo qué quería y qué no le dije que no quería crearle una falsa ilusión de que podía haber algo entre nosotros porque yo no quería, no me atraía en ningún sentido físico.

Creí que iba a respetar mi decisión y una tarde cualquiera, como habitualmente hacíamos, fui a su casa a merendar. No sé cómo, pero de lo bien que estábamos pasó a tocarme y me alejé. Le dije que no quería y me dijo que me iba a gustar, que no me haga de rogar, que me iba a ayudar a olvidarme de los otros. Estábamos solos y no había nadie, me dio mucho miedo ya que físicamente él es más grande que yo. Terminé accediendo, pero en ningún momento puse de mi voluntad. Más tarde entendí que lo que hizo fue violarme.

Cuando me penetró no sentí nada, por la situación y porque además resultó tener micropene. Me sentí sucia porque no quería estar ahí, solamente quería y pensaba en que termine rápido así me podía ir a mi casa. A la noche del mismo día me escribió Pedrito y me dijo que quería que mañana vaya otra vez a su casa porque se había quedado con ganas de más, le dije que no, que solamente fue esa vez. No quería volver a acostarme con él.

Durante la madrugada volvió a escribirme, esta vez me decía que había tomado la decisión de matarse y que si yo no me acostaba de nuevo con él se iba a quitar la vida porque seguramente su pene era la razón de que yo no quisiera estar con él. 

No pude ni dormir de lo preocupada que estaba. Me sentía culpable y responsable sabiendo que yo jamás le dije que era por su pene, nunca hice que se sintiera mal. Pero simplemente él no comprendía que NO ES NO.

Dejé de hablarle y no respondí ninguno sus tantos mensajes ni a llamadas que duraron poco más de una semana. Como a la segunda semana me volvió a escribir diciendo que ya no se iba a matar, que merecía vivir y que él era mucho para mí. 

Después de abusar de mí, de amenazarme y  de tratar de manipularme, tuvo que tener la última palabra no fuera a ser que su débil ego no quedase por encima.

@Agustenna

 

Envía tus experiencias a [email protected]