Tengo la misma cara que cuando tenía 12 años. Da miedo. No me maquillo nunca, alguna noche que me pongo coquetuela me pinto el ojo o alguna mañana que me despierto con cara de zombi me pongo colorete, pero no, básicamente no me maquillo nunca. Uno de los mantras de mi madre siempre ha sido: «no hay nada mejor que ir con la cara lavada, yo nunca me he maquillado y tengo la piel bastante bien», ha hecho mella en el tema del maquillaje, pero no en lo de la «cara lavada». Por estas razones y porque soy un desastre, nunca sentí la necesidad de cuidarme mucho el cutis. Siempre he pensado que por la noche, mientras domía, venían unos seres diminutos que se encargaban de hacer el trabajo sucio. Pero con la mini crisis de los treinta empecé a darme cuenta de que quizás tenía que estar un poco al loro de mi piel para mantener jóven y tersa esta cara bonita.

Pues bien, fue hace unos meses cuando decidí comprarme un limpiador facial para tenerlo al lado del gel y del champú y crearme el hábito de usarlo por lo menos cuando me ducho y así crear una rutina. Me planté en la zona de cosmética de unos grandes almacenes y empecé a fedellar (aka curiosear). «¿Necesita ayuda? / No gracias, solo estoy mirando (soy pobre y no quiero que intentes venderme maravillas de parafarmacia)». Me tiré un buen rato leyendo y releyendo todos los productos, pero Pure Active 3 en 1 de Garnier me convenció por dos motivos: el precio (alrededor de los 6 euros) y el 3 en 1 que permite tres tipos de utilización del mismo producto (olvidate de tener mil botecitos ocupando espacio en tu tocador mágico).

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– Como limpiador: de uso diario. Se aplica una pequeña cantidad sin frotar ni nada y se retiras con abudante agua.

– Como exfoliante: de uso diario. Se aplica una pequeña cantidad con un suave masaje, insistiendo en la zona T y se retira con abundante agua. Esto es lo que hago yo todos los días.

– Como mascarilla: dos o tres veces a la semana. Se aplica una pequeña cantidad sobre el rostro humedo, se deja actuar durante 3 minutos y se retira con abundante agua.

Desde que lo uso me noto el cutis menos graso, me salen menos granitos y tengo la maldita zona T así como más mate. Mi ritual de belleza (si se le puede llamar así) es el siguiente: siempre que me lavo la cabeza (es decir todos los días porque mi pelito de bebé así me lo exige) dejo que el champú «actúe» unos minutos en mi cabeza y es cuando aprovecho para aplicarme el limpiador, es un momento ideal porque tengo los poros abiertos por el vapor y así actúa con mayor profundidad. Luego lo retiro con abundante agua al mismo tiempo que me enjuago el pelo y listo. Comodísimo.

 

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