Hay pocas series en las que haya visto mayor orgullo en decir que se han visto que… Sailor Moon.

“¿Sailor Moon? ¿En serio? ¿La de dibujitos?” Sí, la de dibujitos. Ejem. Quiero decir, la serie de anime.

Mi generación creció viendo a esas chicas (mejor dicho, esas guerreras) que luchaban por el amor y la justicia.

¿Alguien no sabe de qué va ‘Sailor Moon’? Ayy…. ¡Prístina Luna, dame el poder!

Esta serie viene del manga de Naoko Takeuchi con el mismo título y cuenta la historia de una adolescente que descubre que debe formar parte de las Sailor Senshi y debe luchar contra el mal para defender a la princesa lunar y al ser humano.  Y fue un verdadero fenómeno durante los 90 (y sigue).

En esta serie que desde lejos puede parecer sólo un divertimento para niñas (que ojo, divertida era, que para eso nos tenía enganchadas), había algo más. Nos contaba la historia de esas chicas y podíamos ver cómo crecían y maduraban y cómo la magia y su responsabilidad  ayudaba a crecer y tomar decisiones.

Si preguntas a cualquier fan de la serie puede decirte que este anime mostró aspectos y enseñanzas para los más pequeños (y mayores) como la aceptación y la igualdad.

Además, recuerdo que cada una de los/las guerreros/as tenía personalidades muy diferentes, para que cualquier pudiese verse reflejado o comprobar lo diferente que se puede ser. Y que se podía ser sensible y luchar como nadie o personajes que nos enseñaban que no eran tan femeninas y no pasaba nada.

También nos mostraba, poco a poco, algunas frases que sin duda ahora vemos de otra forma, pero, que seguro, nos calaban dentro.

«Los hombres que juzgan a las mujeres sólo por su apariencia son escoria».

Sailor Moon nos dijo que podíamos ser más fuertes de lo que pensamos, que podemos ser guerreras y que, aunque caigamos y nos equivoquemos, no pasa nada. Podemos llorar y volver a levantarnos, ¡seguiremos luchando!

Por si esto fuera poco, hay que destacar que, en su momento,  fue uno de los anime más censurados en la televisión americana y europea debido a las relaciones homosexuales de los personajes. Sorprendentemente, en España no sufrió tanta (cambiaban el doblaje modificando algunas partes de la historia o modificaban el género de los personajes según conveniese). Pero en Sailor Moon se pudo ver la relación entre Urano y Neptuno, Marte y Venus o Zoicite y Kunzite. Y además, en la última temporada tuvieron su aparición los Sailor Starlighr (tres hombres que al luchar, se transformaban en mujeres).

Sin duda, voy a volver a ver Sailor Moon, esta vez con mirada de adulta para poder ver qué nos enseñó y qué no (no olvidemos que la cultura y sociedad japonesa difiere mucho a la occidental y no puede compararse).

Quiero volver a gritar al mismo tiempo que la tele: «Soy la guerrera que lucha por el amor y la justicia, Guerrera Luna… Y en nombre de Luna… ¡Te castigaré!».

Por cierto, yo jugaba a ser Mercurio, ¿y tú?

 

 

Imágenes de ‘Sailor Moon’ (Bishōjo Senshi Sērā Mūn) – Toei Animation