Crecí en un barrio en el que había disputas muy a menudo y, cuando esto ocurría, las ventanas estaban siempre llenas de vecinas y vecinos queriendo saber todos los detalles, de gente que sabía que lo que pasase allí abajo era más interesante que lo que podía pasar en sus vidas en un mes. Decenas de personas mirando cómo dos vecinos se pelean de forma despiadada y ni una sola llamaba a la policía.

“Yo no me meto que luego te ves en problemas”. Exactamente ¿en qué problemas re puedes ver si llamas a la policía? Esa leyenda de que te preguntan a ti ante los vecinos en cuestión tu versión de los hechos es mentira.

Además, después se puso de moda eso de “No hay que meterse en cosas de pareja, que sales escaldado” y, con esa teoría, miles de vecinos son cómplices por omisión del maltrato que reciben cientos de mujeres de este país que por el “Yo luego no quiero problemas” fingen no escuchar los ruegos de auxilio de esas mujeres. “Si siguen con ellos al día siguiente será que están de acuerdo”. ¡Qué sencillo se ve todo desde fuera!

Y por último están las personas que ven a alguien tirado en la calle y, de principio, piensan en que es alguien de la calle (y eso parecer ser que no los hace merecedores de compasión o de asistencia sanitaria), personas adictas que, por el hecho de ser acitas, se merecen cualquier cosa que les pase.

En resumidas cuentas. Veo que nos gusta saber, mirar, escuchar, pero no implicarnos en absoluto. Si matan a la vecina diré que él saludaba en el rellano siempre, si muere de un infarto sin que nadie lo socorra es que el destino tiene esas cosas… ¡NO! Se acabó. Estoy pasando una época en que la falta de civismo en general me lleva por la calle de la amargura, pero con esto no puedo.

No es que llame a emergencias por cualquier cosa, pero si veo un acto de violencia, si veo a alguien pidiendo ayuda, si presencio una situación que requiere asistencia (sea un gato atropellado que agoniza o un hombre mayor mareado en plena ola de calor) yo llamo a emergencias y que hagan lo que consideren. Jamás me quedaré en la conciencia con la sensación de haber podido ayudar y no hacerlo.

Hace poco, de visita en casa de una amiga, una pandilla de otro barrio se juntaba en la esquina hablando a gritos de que cuando bajase no sé quien le apretarían las tuercas. No sé quiénes eran y menos aún a quien querían hacer daño, pero sus manos llenas de objetos punzantes me asustaron y, con mi amiga suplicando que no les dijese desde qué vivienda llamaba, llamé a la policía que, en dos minutos, llegó y confiscó varios puños americanos, un montón de navajas e incluso una pistola falsa.

Mi amiga se enfadó, pues que se arreglen entre ellos, que ella no quería problemas. Le expliqué que, no poniendo denuncia, nunca sabrían quien llamó a emergencias. Y si, no era asunto mío, pero la persona a la que buscaban tenían claro que le harían mucho daño, no iba a permitir que una persona fuese golpeara en mi presencia sin haber hecho nada para impedirlo.

Ojalá ese barrio y todos los demás dejen de ser testigos de la violencia y los ataques normalizados  pero, por favor, si ves algo raro llama a la policía, no te llevará más de 2 minutos y puedes salvar a alguien.

Luna Purple.