Ha llegado el verano y con él las fiestas de pueblo, las verbenas y las noches de baile hasta la madrugada. ¿Y qué es una noche de fiesta sin música? Absolutamente nada. Me encantan esas noches de risas, karaokes improvisados –cuando lo das todo en la pista de baile como si realmente estuvieras dando un concierto– y bailes al aire libre ahora que hace calor.

Para las personas tímidas, esas que follamos poco por falta de actitud, las canciones pueden ser de gran ayuda. Porque tú estás ahí, estupenda, vestida de fiesta, toda alegría, copa –con o sin alcohol, eso ya cada cual lo elige– en mano, con el tipo que te mola al lado y entonces… redoble de tambores… esa canción empieza a sonar.

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Y entonces te vienes arriba, te dejas llevar y te animas a dar un paso más con esa persona. Sueltas la copa, te acercas sonriendo y bailas solo para él, solo para ella. Le miras a los ojos y le cantas eso que no te atreves a decirle de otro modo… Todo se para alrededor, se congela el tiempo y la gente se evapora a vuestro lado.

En ese momento solo existís vosotros dos: «Yo te miro y se me corta la respiración. Cuando tú me miras se me sube el corazón y en un silencio tu mirada dice mil palabras, la noche en que te suplico que no salga el sol…». Tú cantas, bailas. Él sonríe, te sonríe, y a lo mejor también canta:«Ya no puedo más… Yo quiero estar contigo, vivir contigo, bailar contigo, tener contigo una noche loca y besar tu boca…».

 

Las clásicas

De niña, antes de entender el significado del pasodoble lo integré en mi psique sin razonar, a fuerza de cantar en las verbenas que «la española cuando besa es que besa de verdad y a ninguna le interesa besar por frivolidad…». ¡Así me va!  Casi a la vez aprendí el pegadizo estribillo de Rocío Durcal: «Me gustas mucho, me gustas mucho tú. Tarde o temprano seré tuya, mío tú serás […] pues tú me gustas de hace tiempo, mucho tiempo atrás».

Y otro clásico, cantado por Los Panchos y muchos otros –me encanta la versión de Rosario Flores–, ideal para las confesiones: «No hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo… Es que no te has dado cuenta de lo mucho que me cuesta ser tu amigo. Ya no puedo acercarme a tu boca sin desearla de una manera loca».

 

Adolescente forever

De mi época adolescente recuerdo como la mejor el «quiero ser el único que te muerda la boca, quiero saber que la vida contigo no va a terminar…» de Los Rodríguez «porque mientras espero por ti me muero y no quiero seguir así». 

Ahora que aún me dura el espíritu teenager me gusta la que canta Chenoa: «Estar junto a ti, sinónimo de ser feliz. No hay por qué mentir: las cosas son mejores cuando estás aquí, y no sé lo que me pasa, ya no sé ni qué sentir…». Y el repaso de Calle 13 a todo lo que hay en el planeta para concluir: «No hay nadie como tú, no hay nadie como tú, amor, no hay nadie como tú…».

O Julieta Venegas y su «Eres para mí. Me lo ha dicho el viento. Lo oigo todo el tiempo: ‘Eres para mí’. Me lo ha dicho el viento […] Sé que tienes miedo y no es un buen momento para ti ni para esto que nos viene sucediendo pero eres para mí…».

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Pero, sin duda, la mejor música para la conquista es Melendi cuando canta cualquier cosa esto: «Te prometo, amor, que solamente yo tengo en mi mente pedirte una noche porque no necesitaré más que El muelle de San Blas sonando en nuestro coche. Si me das la oportunidad, corazón, de que nos besemos a solas, tu vida será una canción When a man loves a woman…». Y sigue: «Yo te prometo que yo jamás te haré una promesa que no pretenda cumplir, jamás me iré a la francesa…». Además, el videoclip es un homenaje a la mejor escena de Love Actually, ¿se puede pedir más?

 

Subidas de tono

Y como dicen mis amigos, ya no tenemos quince años, así que no nos quedaremos solo con las canciones de besos y amor-amor. Ya en los 90, Amistades Peligrosas ponía las cartas sobre la mesa: «Basta ya de tanta tontería. Hoy voy a ir al grano, te voy a meter mano porque otro gallo así nos cantaría. Tentamos a la suerte, tenemos que ir a muerte, estoy por ti…».

Más moderno, el Vamos pa’ Madrid de El barrio: «Pensamos en voz alta una locura indecente: tener una aventura que no entrara en la mente […] Nos fuimos pa’ Madrid y sin remordimientos, como un deseo infantil buscamos una pensión para comernos a besos…».

Y termino con un descubrimiento reciente: Putilatex y su Virgen del culo. Comienza así: «Frente al muro que tengo que saltar sin saber lo que habrá detrás, más que coger impulso me tendré que agachar. Démosle la bienvenida al placer de hincar rodilla. He dejado ya los juegos: ven y sóplame en el cuello». ¡Hasta aquí puedo leer!

 

Este verano no te quedes pensando ‘qué pasaría si…’. Sea cual sea tu estilo, haz que suene tu canción y ¡lánzate!