Soy de las que va de independiente por la vida, de las de “el amor lo inventó el Corte Ingles”, pero hoy he tenido un día tonto, un día de esos de: ¿si soy Chandler en la vida, dónde está mi Mónica Geller?
Porque Chandler era torpe, enamoradizo, tenía un trabajo que odiaba y que solo conservaba porque ganaba dinero, tenía grandes amigos y una inseguridad que tapaba con su humor. Y esa soy yo y seguramente, tú que me estás leyendo: torpe, enamoradiza, con un trabajo que no te gusta, pero tampoco odias y oye, “para como está la cosa, al menos tengo trabajo; ¿no?”, insegura, con miedos y hasta las narices de ver cómo todos se enamoran, se casan, tienen hijos y sino, son unos folladores vividores. “Y yo, ¿por qué ni follo?”.
Pero bueno, para ser sincera, si que tengo una Mónica Geller en mi vida, bueno, más bien es un crush al que tengo total y absolutamente idealizado (seguramente sea gilipollas, no te lo voy a negar) y que creo firmemente que no me manda a la mierda porque le doy pena… ¿Puede existir algo peor que dar pena a tu crush?
Y en mitad de esta crisis existencial, entre el bochorno y la risa autoinfligida porque si lloro es aún más patético, me ha soltado una amiga: “ya te llegará”.
¿Ya me llegará el qué? ¿La devolución de Hacienda? ¿El IBI? ¿La multa de cuando aparque en doble fila para ir a por el pan?
¿Qué es lo que me tiene que llegar?
Es entonces, cuando ella responde: el amor.
A ver, que yo se que estoy un pelín amargada hoy, pero tampoco hay que ir a hacer daño, que el amor, lo conozco. Porque puede que efectivamente, a pesar de todo este momento cariacontecido (que ganas tenía que usar esta palabra, es tan redicha), si que me haya llegado el amor, al menos el amor a misma, que se que suena autocomplaciente, pero que es cierto: puede que sí, que sea insegura, una negada en el amor, en el amor en pareja y aunque eche de menos momentos tan tontos como una tarde de sofá y Netflix en casa, al menos se lo que echo de menos, tengo claro que es y que no es lo que quiero, no me conformo con cualquier gilipollas, quiero A MI GILIPOLLAS y oye, eso es amarse a si misma, porque no necesitas a alguien, necesitas una sensación y eso, en esta década de batiburrillos amorosos, de mujer, hombres y viceversa que se enamoran, se desenamoran y solo suben fotos tope de sexyamorosas a Instagram tapando relaciones que van más alla de la toxicidad, creo que es de admirar.
Así que nada, voy a ir a la despensa a por nocilla, me pondré a ver una de Jane Austen, puede que llore, no lo voy a negar, pero: el primer paso es reconocerlo.