Tengo un odio irracional a las toallas mojadas y no sé si es normal

 

Todos tenemos nuestras cosillas, eso es normal. Costumbres, pequeñas manías que son parte de nuestra forma de ser. La mayoría de ellas se van adquiriendo con el tiempo, son pequeñas acciones o decisiones que un día sin saber por qué, adoptamos y desde ese momento nos resultan indispensables. 

Yo nunca he sido una persona maniática, o por lo menos eso pensaba. Generalmente y dentro de un orden razonable toleraba cosas que para otras personas son insoportables; como que dejen los botes abiertos en la ducha, que pongan el papel higiénico del lado que no es (aunque el lado correcto es diferente para cada persona al parecer) o que se consuma la tarrina de mantequilla por los dos lados de forma indiscriminada. 

Siempre me reía mucho con las manías de mis amigas; entre las más graciosas para mi eran la de una de ellas, que es incapaz de vestirse unos pantalones largos sin antes ponerse los calcetines o el de mi prima, que no soporta escuchar a otra persona mientras come si ella no lo está haciendo en ese momento.  Me parecían manías extrañas, incluso algo irracionales y pensaba que eso jamás podría pasarme a mí. 

Sin embargo, un día cualquiera al salir de la ducha, cuando cogí una toalla para secarme, me di cuenta de que estaba mojada. Al ponerla sobre mi cuerpo noté la sensación de la tela húmeda rozando contra mi piel y me resultó tremendamente desagradable. Era un día frío y eso también hizo que taparme con eso no le diera a mi cuerpo el consuelo esperado. Sin darme apenas cuenta, aquello me puso de muy mal humor, pero no le di importancia. 

A partir de ese día, cada vez que me duchaba me aseguraba antes de que todas las toallas estuviesen secas. No quería volver a sentir esa desagradable sensación de secarme con algo mojado. Poco a poco, aquello se convirtió en una especie de obsesión. 

Si por algún motivo olvidaba revisar las toallas y al salir de la ducha sin más opciones que secarme con algo, tenía que utilizarla, me sentía sucia. Como si por el hecho de estar mojada aquella toalla estuviese llena de mugre y oliese mal. Entonces salía a por una toalla seca y me volvía a duchar. 

En ese momento empecé a preocuparme un poco, porque si la toalla en cuestión estuviese chorreando, podría ser algo más normal. Pero bastaba con que estuviese un poco húmeda por alguna parte, ya con eso despertaba en mi un rechazo que me resultaba imposible de controlar. 

Pensé que era solo una pequeña manía, todo el mundo las tiene, al fin y al cabo. Aunque nadie lo sepa, aunque forme parte de su intimidad y no lo vayan contando por ahí. Pero la cosa fue a peor cuando llegó el verano. A pesar de que con las altas temperaturas las toallas se secan volando, cuando iba a la playa o la piscina, tenía que llevarme varias de ellas, porque no soportaba tumbarme encima de una toalla mojada después de un baño o de secarme con ella. Así que llevaba una para la tumbona, en la que solo me sentaba una vez que mi cuerpo ya estaba seco, otra para secarme y al menos, una de repuesto para utilizarla mientras ponía la que había utilizado al sol. 

Como era de esperar, eso llamó la atención de mis acompañantes, que, si bien no se fijaron en un primer momento en la razón real de llevar tanta toalla, sí que se reían al verme cargada como un sherpa para bajar un rato a tomar el sol. 

Y la cosa ha ido a peor, ya ni siquiera puedo secarme las manos con un trapo si está un poco humedecido. Esta situación cada vez me obsesiona más y no sé si es normal. Nunca me había parado a pensar en la multitud de ocasiones en las que hay que tocar tela mojada, pero son muchas más de las que cabría pensar. 

 Ahora entiendo a mis amigas, y me arrepiento de haberme reído de sus fijaciones. Que pueda parecer algo irracional visto desde fuera no significa que, para la persona que lo sufre, no tenga muchísimo sentido y que se deba de entender y de respetar. La edad, las experiencias, el estrés, la vida…todo esto va haciendo que desarrollemos costumbres y hábitos que son muy difíciles de controlar y nos va regalando ciertas manías con las que supongo que tendré que acostumbrarme a vivir. Aunque como es algo que hasta ahora no he querido confesar a nadie, me quede con la duda de si esto, en concreto, sea algo que solo me pase a mí.

Lulú Gala