2019 ha sido sin duda un año de sobresaliente…o casi. Porque aunque le tengo mucho que agradecer, también le tengo algo que reprochar, y es que le has faltado y sobrado tú a partes iguales.
Le reprocho haber puesto en mi camino cuando sólo estaba preparada para jugar a ensayo y error a alguien que bien merecía haber llegado cuando manejara el juego a nivel experto. Por esto mismo también le tengo que agradecer haber aprendido qué se debe y no debe hacer, aunque preferiría estarle agradeciendo lo contrario. Pero no todo va a ser cosa mía. Le reprocho enormemente que me haya puesto de primer plato tu pasado, de segundo tus miedos y de postre tu por lo visto recién estrenado egoísmo. Así que aquí estoy, echándole la culpa a algo tan ambiguo y etéreo como es el año que se va de lo que no supimos resolver dos humanos inexpertos que se encontraron a destiempo en esta vida, y esperando del año que entra que febrero me vuelva a traer el amor a primera risa, que esta vez ya me encargaré yo de saber cómo hacer.
…A partes iguales, eso sí que es de risa.