Bueno, he aquí mi historia.
Conocí a un chico de la ciudad de al lado a través de unos amigos en común. La verdad es que llevábamos meses hablando sin tontear, pero se veía interés continuo, interacción continua en redes, etc, habíamos coincidido varias veces y parecía que había buen rollo.
Después de unas semanas, habíamos planeado una cita que pintaba bastante bien. Casualidades (o no) de la vida, nos vimos en tinder un par de días antes, pero la cita estaba preparada anteriormente y la verdad que omitimos un poco el tema de Tinder.
Por fin llegó el día de la cita, todo iba muy bien, paseo, buen rollo, cena en un restaurante con vistas. Todo guay.
Empecé a dudar si yo le gustaba, pues no veía el típico acercamiento tonto por su parte.
De hecho, llegó un punto en el que pensé que él estaba un poco aburrido y que esa noche me iba a quedar sin ligue.
Y cuando cerraron todo porque con el tema del covid no había nada abierto, me dice de subir a su casa a tomar la última. Ahí vi la luz.
Yo accedo ya que yo vivo en otra ciudad y aún no me apetecía irme y quería aprovechar para tener algo de intimidad con él.
He de decir que yo tenía interés en conocer a ese chico para algo más, no para una noche. Llevaba mucho tiempo sin estar con nadie porque había tenido una experiencia muy traumática anteriormente, pero estaba dispuesta a abrirme en canal e ir poco a poco.
Había confianza y después de tirarme a unos cuantos guaperas cachas este chico, mucho más normalito y tímido encajaba perfectamente en lo que necesitaba ahora mismo.
Bueno, pues llegamos a su casa y nos besamos. Ni un minuto pasó cuando empezó a intentar desvestirme. Así, sin anestesia. Le digo que no puedo porque ese día había venido mi amiga la de cada mes (que era cierto) y, así, otra vez sin anestesia, tras besarnos durante un triste minuto me pide hacerlo por detrás. Le digo que no, que no me apetece con la regla.
He de decir que no es algo que me agobie en otras condiciones, pero me sentí bastante incómoda así de primeras.
Seguimos besándonos y trato de omitir esa red flag. Y le acaricio por encima del pantalón. Me dice que puedo tocar y le digo que claro, y viene de nuevo otra delicadeza : «pero si me tocas que sea hasta el final».
Yo, tonta de mí, le contesto que no suelo dejar el trabajo a mitad. Quizás debería haberlo mandado por ahí, pero pensé que simplemente no había sabido gestionar el no anterior y pensé que al menos uno podría disfrutar. Así que segunda exigencia /Red flag omitida.
Una vez que la tengo en mis manos, llega la siguiente exigencia. Quiere que la meta en mi boca. Siendo sincera, yo lo habría hecho igualmente, pero me empecé a sentir incómoda y le dije que todo a su tiempo. Luego es verdad que lo hice, pero no cuando me lo pidió, aunque he de reconocer que, al menos, no insistió.
Me pide acabar en mi boca, a lo que yo me niego también. Yo no sé si soy una estrecha o qué, pero es que llenarme la boca de un tío que conozco de dos días me da bastante repelús y, la verdad, que tampoco quiero pillar una ets.
Así que el chaval respeta mi decisión.
Acabada la faena, voy al baño, y, a lo que vuelvo, el tío se ha vestido ya prácticamente.
Ni un abrazo, ni un beso, ni una caricia. Absolutamente nada.
Me pregunta que qué hacemos porque yo sabía que él el día siguiente tenía visita por la mañana de su familia y no me habria podido quedar a dormir, pero vaya, que ni él ni yo teníamos ganas de pasar más tiempo juntos, evidentemente.
Yo le digo que me voy y, ya que no había metro, el chico me acerca a mi barrio.
Toda ilusa de mi, le voy a dar un pico de despedida cuando, de repente, me planta dos besos y me dice «ya vamos hablando».
No sé ni qué dije, pero salí del coche disparada y con una mala leche enorme.
Me eché a llorar en cuanto llegué a casa y, por supuesto, por su parte, nunca más se supo.
Yo me quedé con las ilusiones rotas, a dos velas y, para colmo, sin parar de dar vueltas a qué es lo que había hecho yo mal.
No entiendo nada