Llevábamos ya un año juntos, pero no ha sido más que un año de falsas promesas. Cuando le conocí sabía que tenía un problema con el alcohol, pero según el se estaba tratando por ello. Pasaba semanas sin beber ni gota, pero tarde o temprano recaía. No tenía un mal beber en el sentido de que no se ponía agresivo, pero empezaba a actuar como un idiota y a mi eso me pone de los nervios. No hay nada que me reviente más que intentar hablar en serio con el y que se cachondee en mi cara. Su familia tampoco le quería en su casa, se fue a vivir una temporada con sus padres porque según el iba a ayudarle a cambiar pero acabaron echándole de casa porque no querían tener con ellos a un borracho.
Ayer tuve una conversación seria con él en la que le pedí casi de rodillas que si de verdad me ama, deje la bebida. Se negó, porque según el puede amarme igualmente aunque sea un borracho. Le conteste que yo no quiero el amor de un borracho, que si quiere seguir así que se encierre en un cuarto y beba lo que le de la gana, pero que conmigo no cuente para nada más.
Me ha escrito varios mensajes y ha intentado llamarme. En el fondo es un chico encantador, no es mala persona pero se que no me conviene. No quiero volver con el por nada en el mundo pero una parte de mi todavía le quiere. Es muy duro y doloroso todo esto. Nunca me ha ido bien en el amor, pues todas mis relaciones fracasan. Para una vez que creía que había encontrado a alguien, va y es alcohólico. Es muy frustrante no poder hacer nada, pero paso de quedarme con el y ver cómo se mata lentamente. Cuando enferme por la bebida yo no pienso ser la que le cuide. Ese problema es suyo, yo no voy a malgastar mi vida para salvar la suya. Eso lo tengo clarisimo.