Reproducimos un testimonio que nos llega a [email protected]
Hace unos diez años que conozco a esta chica y hemos pasado de ser conocidas a ser amigas. Por las circunstancias personales de cada una, ahora compartimos muchas cosas y hemos estrechado lazos. Incluso en el ámbito laboral, casualmente, nuestras carreras profesionales han sido muy similares, con lo que “hablamos el mismo idioma”. Al menos, nos vemos una vez en semana y hacemos planes entretenidos.
Ella es bastante divertida, tiene muy buen humor, y me gusta pasar tiempo con ella, pero la cosa cambia cuando pasamos a la comunicación a través de una pantalla de móvil. Parece transformarse en una persona completamente diferente. Su frecuencia de mensajes es abrumadora, desde que le contestas el primero, te manda una oleada sin descanso y, lo que más me sorprende, es su reacción cuando no los respondo. Comienza a mandar mensajes más escuetos del tipo “ok”, “pues nada”, “ciao” y luego retoma la siguiente oleada con un “como pasas de mí”… A veces no los respondo porque no tengo ganas de estar con el móvil ni hablando con nadie porque necesito mi espacio o un rato para estar yo sola pero, la mayoría, es porque estoy ocupada en otros quehaceres y, al final, me veo dándole más explicaciones de las que considero necesarias porque me siento presionada.
En algunas de nuestras reuniones he sido testigo de cómo actúa, según lo que he visto o me ha contado con respecto a las conversaciones con otras personas, y hace exactamente lo mismo con todo el mundo: bombardea a mensajes cuando alguien le contesta al primero y, cuando tardan en responder, mira a cada momento la información de los mensajes, para ver a qué hora lo ha leído y expresa en voz alta su malestar por no recibir respuesta. Por otro lado, cuando me cuenta las historias de los ligues con los que habla, la terminan bloqueando por intensa y algunos se lo dicen, que necesitan desconectar de ella porque les agobia y me relata los diálogos en los que, antes de que la bloqueen, ya les ha enviado cuatrocientos mensajes diciéndoles “es que no entiendo por qué no me contestas; qué te pasa; no pensaba que fueses así; dime qué te molesta; etc.”
La verdad es que son dos situaciones totalmente contradictorias porque, en persona, se muestra tan cariñosa, divertida y comprensiva que te dan ganas de pasar tiempo con ella pero, tras la pantalla del teléfono, no la reconozco. Es posible que este comportamiento sea fruto de una búsqueda de validación o aceptación, pero se me está haciendo bastante difícil. Supongo que lo mejor sería intentar abordar el tema con ella y no sé cómo hacerlo con delicadeza, dado que no quiero ofenderla ni que esto se rompa, sino mantener una relación de amistad más sana.