Hola a todos,
el título del debate es un resumen perfecto de mi problema, que lleva alargándose demasiado. Me diagnosticaron en psiquiatría «trastorno mixto de depresión y ansiedad» en enero de 2017, después de una temporada larga de saber que no estaba bien, bebiendo demasiado pero sin querer reconocerlo, haciéndolo sola, cualquier día de la semana. No era una caña antes de cenar, o una copita de vino: hasta que no me sentía bien borracha y tambaleante, no estaba satisfecha. LLegó el día en el que me planteé si quería seguir viva, en ese momento de borrachera máxima, con el balcón de casa a un metro de mí, y pensando que no sería tan mala idea tirarse. Me asusté muchísimo, y por ello pedí ayuda. No se lo dije a nadie de mi familia y amigos hasta que me vio el psiquatra la primera vez.
Estoy en tratamiento de fluoxetina (1 al día) y diazepam (1 por la noche, porque durante el día me dificulta el trabajo), aunque muchos días me salto el diazepam porque al haber bebido, ya estoy bastante relajada para poder dormir (ERROR). EStoy en terapia psicológica también, aunque tanto el psiquiatra como la psicóloga coinciden en que mi problema no es alcoholismo, sino que uso el alcohol como anestesia de mis pensamientos depresivos y estado de ansiedad. No les quito razón, pero bebo casi todos los días. Por supuesto, el fin de semana es sagrado y me pongo como las cabras. Claro que mi trastorno afecta mi trabajo, estoy cero motivada y siento que no puedo con todo, pero eso en el trabajo no lo saben, siempre llevo una máscara puesta.
El caso es que ayer domingo, como casi todos, agarré una melopea guapa, bebiendo desde las dos de la tarde hasta que «alguien» llamó al chino para cenar (porque no recuerdo quién fue, si mi novio o yo). No comí a mediodía, porque mi plan era tomarme una o dos cervezas máximo de aperitivo para hacer hambre. Se me truncó el plan y bebí como una loca toda la tarde, sin parar. Cuando saqué al perro aproveché para comprar más porque claro, cuando mi novio acabase de currar y quisiese tomarse una cerveza o un vino antes de cenar, no me iba a dejar a mí sin (pensar que me quedo corta de bebida me da mucha ansiedad, no puedo resistirlo y si tengo que ir a comprar, compro). Total, que me he levantado hoy pensando que era domingo, con una resaca de las buenas, he llegado tarde al trabajo y os aseguro que no estaba en condiciones de conducir los 45 km que separan mi casa del trabajo. Darías positivo seguro, he puesto en riesgo mi vida y la de otros. Aunque la verdad, lo de llegar tarde al trabajo me la suda: hasta ese punto estoy desmotivada.
Obviamente, hay muchas más cosas detrás y a la vez, que estoy trabajando en terapia, pero me da miedo el camino que estoy cogiendo. Mi novio se está hartando de mi continuo dejar de hacer cosas por beber (lo cual tiene sentido, la verdad), casi todo mi ocio está relacionado con beber (menos la guitarra y el gimnasio -he vuelto al ejercicio después de una época de inactividad demasiado larga-, porque otras aficiones las tengo dejadas de lado por beber), y todo esto va en detrimento de mi salud mental, mi salud física y mi aspecto. Sé que el cambio ha de surgir de mí, pero casi siempre me parece más divertido beber que cualquier otra cosa.
Siento la chapa arriba expuesta. Espero algún consejo, alguna bronca, algo de empatía, no lo sé. Gracias por leerme.