Bien amigas, aquí vengo con el principio de la historia, el desencadenante de los dramas de la vida, para ponernos en situación, entrecomillo todo porque lo cuenta mi prima, así que cito sus palabras… Allá vamos.

«Para que haya un principio, tuvo que haber un final.

Llevo desde los 14 años metida en relaciones serias y largas ( bueno solo dos, con 20 y pocos no me ha dado tiempo de más). Con el tiempo me he dado cuenta que son una extensión más de mi personalidad que se puede definir como «no me gustan las sorpresas» y «siempre lo tengo todo bajo control». Jamás creí que tras la ruptura con mi segunda pareja, la vida iba a actuar como una terapia de choque natural, que me trae (a mí y a mis amigas que me aguantan)(Y A MI QUE SOY SU PRIMA) muchos quebraderos de cabeza, pero que me están enseñando a conocerme y a poco a poco dejarme llevar.
¿Me dejáis que os ponga en situación?

A los 14 años me enamoré (desde el punto de vista de una niña de esa edad claramente). No me extenderé en esa relación porque fue perfecta, literalmente (cómo no va a serlo con esa edad). Lo dejamos a los 19, yo quería volar, y aunque él nunca me lo impidió, yo no era lo suficientemente madura para entender que una relación no implica estar atada, así que tomé una decisión firme. Firme hasta que él se enamoró de otra. En menos de dos meses ya vivían juntos y se habían tatuado. Y eso que yo era el amor de su vida… ERA porque a día de hoy (cinco años después) siguen juntos y enamorados. Me siento orgullosa de decir que el cariño que le tengo ha ganado todas las batallas y somos buenos amigos en la actualidad.
Total, que seguí mi vida, y fue el momento de ¿Volar?. Pocos meses me duró el vuelo. Conocí a mi segunda pareja. Y yo, dulce niña que conocía lo que era el amor cándido e infantil de dos adolescentes, me cuelgo de un chico egoísta, inmaduro emocional, y para el que nunca fui suficiente.
Tengo que decir que no fui muy inteligente al empezar con un chico en el que nuestra primera cita, no me quiso sacar del coche porque resulta que tenía novia. Menos inteligente fue perdonarle una infidelidad al año y medio de estar juntos. Y menos aún, sorprenderme cuando me dejó por otra, con el mismo modus operandi con el que empezó conmigo (después de llevármelo de viaje a conocer a mí familia).
Pero vamos, desde entonces me han pasado mil cosas que me encantaría compartir. Algunas dignas de película, y otros dramas dignos de Óscar (que sólo existen en mi cabeza). Os iré contando ❤»

El principio de la tragicomedia de la vida, nos vemos pronto con las anécdotas buenas, las de la chicha, las de no saber si reírse o llorar, pero que a fin de cuentas son las que nos dan el jugo y la gracia de vivir y que estoy segura que compartidas pierden peso y se tornan divertidas. Un besote