No entiendo mucho el comentario de la psicóloga. Cualquier sentimiento que tengas es lícito y hay que permitirselo. No siempre tenemos que ser racionales y es normal que tengamos anhelos o sintamos rabia por situaciones. Mucho ánimo. Que sepamos vivir solas o ser independientes no quiere decir que no nos gustaría tener pareja o compañía. No estás sola en esto. Xxx

Yo te puedo decir que te comprendo perfectamente. Con 33 años se rompió una relación que empecé de muy joven. Los dos siempre habíamos querido tener niños, tener una familia, y mi ex era una persona genial, tuvimos una relación muy sana, y yo me veía ya con la vida ideal, y sanando unas cuantas carencias que tenía por otro lado con esa familia imaginaria que formaría. Yo había esperado a tener estabilidad laboral y una «situación ideal» y cuando la tuve, pues lo que dejé de tener es alguien que quisiera tener una familia conmigo (tampoco es que me arrepienta, para mí esa estabilidad era y sigue siendo muy importante).

Así que se explotó mi burbuja y se rompió la vida perfecta y “la familia perfecta a la vista”. Además, yo lo viví como si fuera más difícil, puesto que parecía que “siempre había estado ahí para mí”. Al poco de dejarlo, pensé en ser madre soltera, puesto que podía permitírmelo, y si iba a tener hijos, prefería tenerlos ya, que esperar a los 40. Ahora mismo, han pasado dos años, no he estado con nadie, y no tengo ganas de tener hijos yo sola, puesto que no tendría ningún tipo de apoyo, no veo tirando yo sola, y me daría pena también que mi hijo se sintiera solo.

Mi vida actualmente es buena. Me gusta mi trabajo y me permite vivir sola y darme mis caprichos, tengo amigos, voy de vacaciones con amigos, y bastantes planes. Y sobre todo, intento no idealizar nada. Miro muchas amigas mías con familia y no me dan ninguna envidia (e igual que yo no les daré ninguna envidia a otra gente) y no me cambiaría por su situación. Pero a la vez, sigo teniendo el «runrún» en mi cabeza por «esa vida que he perdido», y creo que se hace más duro la pérdida de lo que iba a ser (que al final está en nuestra cabeza y es ideal), que de lo que realmente fue (y eso que ya digo, que fue tuve una relación en la que no me pude sentir más querida y apoyada).

En su momento, la ruptura la viví como si me arrebataran tener hijos o tener familia, y ni siquiera tuviera derecho a tener ese dolor como quien es infértil, pero sentía que el dolor no debe ser tan diferente. Encima, para oír «eres joven», «ya llegará» o «puedes ser madre soltera», pues prefería no decir nada, ni tener que oír nada. Sí, puede que llegue. O puede que no. En fin, que es un duelo. Yo soy feliz. No cambiaría mi vida por casi ninguna de mis amigas que tienen familia. Cada uno tenemos lo nuestro. Y tengo mucha suerte en muchos aspectos. Y me siento afortunada en general. Pero, creo que no deja de ser un duelo, y hay días tristes en que pienso en “mi niña” y cómo sería nuestra relación. Pero seguramente quienes tienen familias, a veces tendrán días en que darían lo que fuera por tener un par de días de soltero. No hay nada perfecto, y es importante no idealizar. Y dejar sentir los sentimientos que vengan. ¿Estamos tristes? Pues ya está. No hace falta poner una sonrisa ese día. Y a la vez, aceptar lo que nos trae la vida. No siempre vamos a poder tener lo que querríamos. Así es la vida. Hay que dejarse sentir el dolor que esto produce (no hace falta que llevemos un duelo como si fuera lo mejor que nos hubiera pasado en la vida, porque es un aprendizaje, y todas esas cosas), pero también, ir aceptando poco a poco las circunstancias que tenemos, y ver que no hay nada perfecto, porque a menudo, lo que más daño nos hace son nuestras idealizaciones, que, con en las películas, normalmente cualquier parecido entre nuestra idealización y lo que habría sido nuestra realidad es pura coincidencia. Y si vemos que el duelo no mejora o no acabamos de aceptar nuestra vida, ir al psicólogo.

Y como conclusión: SÍ A VECES ES MUY DURO Y SÉ LO QUE SIENTES (así a secas, porque a veces creo que es lo único que necesitamos oír, y no la receta o la solución al problema).