Llevo viviendo con la misma mujer desde hace seis años, somos un matrimonio, tenemos una sinergia que es increíble, yo hago la comida, ella friega los platos, nos hacemos la cama la una a otra si por lo que sea ese día no nos da tiempo, hacemos muchísimos sacrificios mutuamente pero sin esfuerzo, o sea, simplemente es que nos sale de dentro cuidarnos.
El caso es que ahora la han echado, yo no tengo un sueldo muy elevado y lo estábamos pasando mal enconómicamente, por eso hemos tomado (la no fácil) solución de meter a su novio a casa, para que nos ayude a pagar y poder seguir aquí y no tener que dejar la casa y volver con nuestros padres ambas.
Pues la cosa va mal, va muy mal.
Él es mi amigo, llevan juntos dos años, lo quiero mucho, pero claro, no seré la primera ni la última que diga esto ‘no tiene nada que ver la amistad con la convivencia’.
Ha cambiado nuestra vida, nuestra rutina, nuestra forma de hacer las cosas, nuestro orden.
El caso es que no llevo así dos días, es que ya van tres meses, con sus días, sus noches y sus tardes. El colegui no se adapta, sigue teniendo detalles que me tocan mucho los ovarios, está súper celoso de nosotras, se pica con ella si nos ve a las dos viendo RuPaul, se hace el indignado, pega un portazo y se encierra en la habitación, ella se siente mal, va detrás y ale, a tomar por culo la noche de mantita y netflix que era una tradición.
No tiene ningún tipo de detalle con nosotras, no se le ocurre fregar, bajar la basura o darnos las gracias por tener la cena hecha todos los putos días cuando llega de currar.
Encima claro, mi compañera está entre dos mares, porque hemos montado una especie de guerra fría él y yo y ella está en medio.
Ya nos hemos sentado a hablar varias veces los tres, todos cedemos en la conversación, pero a los dos días otra vez todo igual.
Y no sé qué hacer, porque no quiero plantearle a ella que quiero que él se pire, no quiero irme yo y estoy harta de la convivencia.
¿Solución? Fingir mi propia muerte, ¿no?