El tio de mis niñas. Cap 8

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    Mpigor on #237316

    Justo en la entrada nos recibe un camarero, al cual informamos sobre la cena de cumpleaños y nos lleva inmediatamente a un salón con muchas mesas, en un lateral hay una mesa redonda muy grande decorada con adornos florales diferentes a las demás, allí está toda la familia sentada, tomando una copa mientras nos esperan, nos acercamos lentamente, la mano de Carlos me da la fuerza que necesito para no salir corriendo. Cuando vamos a mitad de camino, nos ven y se levantan de los asientos.
    – Esperad un momento, antes de nada tengo que decir algo. – Dice Carlos cuando ve que se disponen a acercarse para felicitarle.
    Todos vuelven a acercarse a la mesa, pero se quedan de pie justo delante de la silla. Carlos y yo nos acercamos a los dos sitios libres que quedan y dice.
    – Familia, os dije que iba a traer a la cena a una persona que está siendo bastante importante para mi, sé que ya la conocéis, pero me gustaría volver a presentarla como mi novia.
    – Ay, cariño, qué ilusión. – dice su madre acercándose a él y dándole un abrazo.
    Empieza una ronda de saludos y felicitaciones hacia Carlos, que también pasan por mi, Marga me dice que no se esperaba esto, pero que está muy contenta de que yo esté con su hermano, las niñas creo que están un poco desorientadas, no se si han terminado de asimilar la noticia. Nos sentamos a la mesa y empezamos a charlar. La cena transcurre agradablemente y todo fluye muy bien.
    – María, deberías haberme dicho que tenías planes para hoy, yo no te habría dicho que te quedaras con las niñas. – Dice Marga.
    – Yo no sabía nada de esta cena cuando tu me lo dijiste, pero se lo comenté a Carlos cuando me invitó y me dijo que él lo solucionaría.
    – Es verdad, ya he solucionado yo con quien se van a quedar las niñas. – Dice Carlos apoyando mi respuesta. – mamá me dijo que no vendría a la fiesta, así que estuve hablando con ella ayer y las niñas se quedan a dormir en su casa.
    – ¿De verdad que no te importa si se quedan las niñas contigo, mamá? – pregunta Marga.
    – Qué va hija, si son mis únicas nietas, ¿Cómo me iba a importar?
    Queda todo solucionado, seguimos cenando tranquilamente, es la hora de la tarta y de los regalos, el mío se ha quedado en el coche, así que le pido a Carlos las llaves para ir a por él.
    – María, vamos contigo, dicen las niñas.
    Agarro a cada una de una mano y nos dirigimos al parking.
    Entonces, ¿ahora tenemos que llamarte tita? – Dice la peque cuando nos acercamos al coche. Esta pregunta me pilla desprevenida y les trato de explicar.
    – No, cariño, que yo sea ahora la novia de tito Carlos no quiere decir que me tengáis que llamar tita, podéis seguir diciéndome María, pero podéis llamarme como queráis.
    Cogemos la bolsa de la joyería del coche y volvemos al restaurante, un par de camareros traen en un carrito una tarta con dos velas y unos cuantos platos. Le cantamos cumpleaños feliz y le entregamos los regalos mientras los camareros parten la tarta. Primero abre el mío, la pulsera le encanta y se la pone inmediatamente, después abre el regalo de su hermana, es un vale para conducir un coche de alta gama en el circuito provincial de carreras. Sus sobrinas también han querido regalarle algo, es una foto de Carlos cogiendo a cada una con un brazo, los tres están muertos de risa, está enmarcada y el marco lo han pintado ellas mismas, es un regalo muy tierno. Por último, el regalo de sus padres, es un sobre hecho de papel de regalo, dentro hay otro sobre, y, al abrirlo, Carlos encuentra un papel de una agencia de viajes, es un crucero por el Mediterráneo para dos personas.
    – Muchísimas gracias a todos, esto es increíble.
    Cuando terminamos de cenar son las once de la noche, salimos del restaurante, las niñas se van con sus abuelos y tanto nosotros como Marga y su marido nos dirigimos hacia la discoteca. Cuando llegamos ya es pasada la media noche, hay muchísima cola en la puerta, pero nosotros entramos directamente. La pista está a rebosar de gente bailando y bebiendo, Carlos me agarra la mano y nos dirige hasta la zona de el reservado, cuando llegamos está todo en completa oscuridad, pero sigue sonando la música, justo cuando Carlos entra, las luces empiezan a parpadear y un montón de gente grita ¡FELIZ CUMPLEAÑOS! A la par que se acercan para felicitarle personalmente. Me presenta a todos y nos sentamos en un sofá dorado redondo que hay en una esquina. Toda la decoración está en dorado y negro, se ve que es un lugar bastante elegante. Los camareros traen unas cuantas botellas de champán y copas para todos los invitados. Brindamos por el cumpleañero y Seguimos la fiesta, Carlos está hablando con un grupo de amigos, y yo con unas cuantas chicas que él me presentó antes, son sus amigas de toda la vida, y me caen muy bien.
    – Vamos a bailar. – propone una de ellas.
    Nos dirigimos a una zona del reservado donde hay más gente bailando y nos divertimos mucho. Un rato después noto como unas manos que me resultan muy familiares me agarran la cintura, no paro de bailar, pues sé que es Carlos. Cuando acaba la canción me giro y quedo de frente con él.
    Veo que lo estás pasando bien. – Dice con una sonrisa en la cara.
    – Más que bien, lo estoy pasando de escándalo.
    – Me agarro a él y bailamos juntos, lo pasamos de lujo, pero en cierto punto de la noche no puedo más, creo que me van a explotar los pies, así que decido volver al sofá. Carlos me acompaña y justo llega Marga con su marido, se marchan ya, les despedimos, Marga se acerca a mi y me dice abrazándome.
    – De todas las chicas a las que Carlos hubiese podido traer esta noche, te aseguro que tu eres una de las más apropiadas para él, espero que seais muy felices y que podamos veros juntos mucho tiempo. Para mi serás como una hermana más.
    – Muchísimas gracias Marga, seguro que va a salir todo bien.
    – No se que hora es, pero supongo que será bastante tarde, muchos de los invitados ya se han ido, solo quedan algunos en la pista y otros en el sofá de la otra esquina. Nos sentamos juntos, Carlos pone el brazo por encima de mis hombros y yo me acerco a él.
    – ¿Qué tal todo? – me dice agarrando mi mano y llevandosela a la boca para posar un sutil beso en ella.
    – No podría haber ido mejor, a tu madre se la veía feliz, y tu hermana me ha dicho que ahora seremos como hermanas.
    – Me alegro cariño, por cierto, tu tienes ahora una nueva hermana, pero yo no sé nada de ese cuñadito que tengo por ahí escondido.
    – Ese cuñadito, como tu dices, vuelve mañana del campamento y te aseguro de que cuando se entere que tienes en el sótano una tele enorme con consolas y juegos no sale de tu casa en todo lo que queda de verano. – digo riéndome.
    – Bueno, si quieres, cuando vengas a verme te lo puedes traer y lo encerramos en el sótano con la consola, comida y Diamond mientras nosotros nos divertimos de otra forma. – propone acercando su boca a mi cuello y rozándolo levemente con sus dientes, esto hace que un escalofrío recorra mi cuerpo.
    – Oye, que estamos en público. – le regaño levantando su cara.
    – Bueno, pero esto está muy oscuro, no hay nadie alrededor, y tu eres mi novia oficial, nadie se va a extrañar de que estemos juntos. – dice depositando un reguero de besos desde mi clavícula hasta mi oreja, para después llegar a mi boca.
    – Me pierdo en sus besos, embriagadores cual copa de champagne, el tiempo se detiene cuando nuestros labios se rozan, y ahora están más juntos que nunca, aunque una parte de mi subconsciente sabe dónde estamos y qué no debemos hacer, las llamas de mi interior no paran de crecer, así que solo me queda una opción.
    – Vámonos de aquí. – digo agarrándole la mano y separandome de su boca.
    – Tus deseos son órdenes. – responde poniéndose de pie.
    Mientras yo recojo mis cosas, él se despide de los invitados que quedan y recogemos todas las bolsas de regalos que hemos ido guardando detrás del sofá. Llegamos al coche y ponemos todo en el maletero, la pasión nos inunda de nuevo, nos besamos apasionadamente, Carlos me aprisiona entre su cuerpo y la puerta del coche, puedo notar su erección clavándose en mi abdomen. Conseguimos separarnos y entramos en el coche.
    – ¿Vamos a mi casa? – pregunta.
    – Vale, voy a mandarle un mensaje a mi madre para que no se preocupe, lo leerá cuando se despierte.
    Envío el mensaje y guardo el teléfono. Miro a Carlos, agarra el volante con fuerza, está tenso, en un arrebato de valentía alargo la mano y la pongo sobre su entrepierna, puedo notar su erección bajo la tela del pantalón.
    – Para en el aparcamiento del mirador.
    Carlos me mira con lascivia y me hace caso, yo sonrío y cuando para el coche empiezo a mover la mano sobre su pantalón, nuestras bocas se buscan como imanes, necesitan estar unidas. Consigo desabrochar el botón e introducir la mano dentro de su ropa, agarrando su prominente erección y deslizando la mano por toda ella. Seguimos besándonos, pongo una rodilla en mi asiento y deslizo mi cuerpo por encima de la consola central del coche. No puedo dejar de sonreír, ahora mismo me siento como una niña que está cogiendo un juguete que no debe, separo nuestras bocas.
    – ¿Qué haces? – dice exhalando desesperación.
    – Apunta esto en la lista de regalos de cumpleaños.
    Me inclino aún más hasta que consigo introducir su miembro en mi boca, estamos algo ajustados, así que cuando Carlos alarga la mano y mueve el asiento, no puedo hacer otra cosa que agradecérselo, me introduzco su erección en la boca hasta dónde puedo, mi cabeza sube y baja, Carlos me agarra el pelo, noto su mano tensa entre mi pelo y justo en ese momento, su cálida y viscosa humedad me inunda la boca, no sabe tan mal, me la trago entera y cuando me incorporo en mi asiento veo que Carlos está apoyado en el sillón con la cabeza echada hacia atrás. Se le ve muy calmado y sereno. Me acerco a él y le doy un pico para que vuelva en sí y nos lleve a su casa.
    – El mejor regalo que me han hecho, sin duda alguna. – dice arrancando el motor tras recomponerse.
    No respondo, pero ardo en deseos de llegar a casa y poder seguir disfrutando de él todo el tiempo que sea posible. cuando entramos en la casa, le cojo de la mano y tiro de él escaleras arriba, vamos besándonos por el pasillo, apoyándonos en todos y cada uno de los trozos de pared que encontramos. Cuando llegamos al dormitorio nos desvestimos rápidamente, Carlos me ayuda a bajar la cremallera del vestido, el cual dejo caer a mis pies, dejando completamente a la vista el body negro de encaje que compré el jueves a escondidas de mi madre. Al fijar sus ojos en mí, noto como me posee con la mirada, cuando me mira así me siento sexy, me siento guapa, me siento deseada, y me encanta que me demuestre lo que sus ojos me dicen. Se acerca a mi lentamente y, rozando la tela de mi cintura con la yema de sus dedos dice.
    – Parece que hoy no se acaban las sorpresas ¿no?. – digo
    – Mientras sean tan buenas como la del mirador, que no paren de llegar.
    Nos tumbamos en la cama, Carlos recorre cada centímetros de mi piel, depositando besos por toda ella, el ritmo ha cambiado, ya no hay entre nosotros la lujuria que sentíamos al bajar del coche, ahora el ambiente está algo más calmado, las caricias y los besos se ralentizan, llegando a tomar un matiz romántico, nuestros cuerpo se acoplan el uno al otro, y personalmente puedo decir que hemos hecho el amor por primera vez, esta vez los sentimientos están a flor de piel, nos necesitamos, pero de una forma diferente, de nuestras bocas no dejan de salir palabras bonitas, e incluso, cuando hemos acabado y estamos disfrutando de un abrazo, nos aventuramos a decirnos eso que todo el mundo tiene miedo de decir, eso que te hace vulnerable al mundo, y es que en este momento, somos tan vulnerables que más que dos, somos uno. Los ‘te quiero’ volaron entre las sábanas y llegaron al interior de cada uno, hasta que finalmente caímos en las redes de Morfeo.

    Me acabo de despertar, estoy un poco desubicada ahora mismo, no he abierto los ojos todavía, me giro y pego la cabeza a la almohada, ahora sé perfectamente dónde estoy, las sábanas huelen a Carlos, su perfume está impregnado en cada centímetro de la tela que me rodea. Entreabro los ojos, el reloj de la mesita de noche marca que son las tres de la tarde, un pequeño rayo de luz entra por debajo de la persiana, no molesta, pero es suficiente para ver a Carlos durmiendo plácidamente a mi lado, me acabo de acordar de lo que ha pasado de madrugada en esta cama, entre estas sábanas, ha sido una experiencia preciosa, no puedo dejar de mirarle, parece tan joven durmiendo, tan despreocupado y sereno. No puedo refrenar el deseo de alargar la mano y acariciar ese mechón rebelde que le cuelga en la frente. Le acaricio el pelo, es tan suave como la piel de su cuello, abre un poco los ojos y sonríe al verme.
    – Buenos días. – Dice con la voz ronca por el sueño.
    – Buenas tardes, precioso. – contesto mirándole fijamente.
    Se acerca a mi y me abraza, acurrucando su cabeza en mi pecho desnudo, pasamos así un buen rato, sintiendonos el uno al otro, disfrutando del mero contacto. De pronto, Carlos empieza a posar besos por todo mi pecho, va ascendiendo hacia mi cuello hasta llegar a mi boca. Nos besamos lentamente, como intentando recordar lo que sucedió anoche en este mismo lugar.
    – ¿Qué tal? – pregunta apoyando su barbilla en mi esternón y mirándome fijamente.
    – Muy bien. ¿y tu? – respondo acariciando su pelo.
    – Feliz, muy feliz, uno no tiene todos los días el privilegio de hacer el amor con la persona a la que quiere y además despertar a su lado.
    – ¿Te acuerdas de lo que pasó? – pregunto algo sorprendida.
    – ¿Cómo iba a olvidar un momento tan bonito? ¿cómo iba a olvidar esas hermosas palabras saliendo de tu boca?
    – De aquí en adelante podrás escucharla cada vez que quieras.
    – Te quiero. – dice dándome un pico.
    – Te quiero. – respondo dándole otro.
    Nos quedamos un rato más en la cama, charlando de todo un poco, después me lleva a mi casa, cuando mi madre le ve llegar quiere invitarle a almorzar, pero rechaza la invitación porque come con sus padres. Le promete a mi madre que la próxima vez se quedará a comer.

    Entro en casa, subo a la planta de arriba para ducharme. Al llegar a mi dormitorio me encuentro con mi madre sentada en la cama con cara de preocupación.
    – Mamá, ¿ha pasado algo?
    – No hija, no ha pasado nada, solo que me gustaría hablar contigo de algo.
    – Dime. -digo vistiendome.
    – A ver, yo se que tu ya eres mayor y que seguramente esto lo sabes, pero es mi deber como madre, y a demás Carlos es tu primer novio formal. – Dice intentando justificarse.
    – Al grano, mamá.. – le apuro sabiendo ya lo que me tiene que decir.
    – A ver, yo se que tu estás muy contenta con carlos, se nota que te quiere mucho y que tu le quieres a él, ahora estáis en una relación muy formal, y ello conlleva una serie de actos y momentos en los que debes ser precavida. Supongo que ya os habréis acostado, pero solo espero que estéis tomando precauciones. Si esto sigue adelante, para que tu estés más cómoda, yo estoy dispuesta a llevarte a un especialista para que te ponga un tratamiento en prevención de cualquier susto. Cariño, eres muy joven y tienes mucha vida por delante, yo también he tenido tu edad, y se lo que pasa, así que no quiero que por un despiste tengas que echar tu vida y tus estudios a perder.
    Esta conversación es algo incómoda, me limito a asentir y a decir que vale. Cuando mi madre sale de la habitación le agradezco la preocupación y bajo a la cocina a comer algo. Mis padres están en el salón viendo la tele y yo en la cocina comiendo cuando de pronto suena el tiembre. se levanta mi madre a atender la puerta, y de repente entra en la cocina con un ramo de flores diciendo:
    – Acaban de traer esto, está a tu nombre y tiene una tarjeta. seguro que es de Carlos. ¡Que romántico, por Dios! – está ella más emocionada que yo. – leela, venga. – me apura.
    Agarro la tarjeta y la leo en voz baja.

    Un sabio dijo “ama un solo día y el mundo habrá cambiado”, y no te puedo decir si es cierto, porque lo único que sé es que con una sola noche que te he amado, ya has cambiado todo mi mundo. Te quiero. C.

    – ¿Qué dice? – dice la cotilla que lleva mi madre en su interior.
    Es un agradecimiento por haber asistido a la cena y formalizar nuestra relación.
    Cojo un jarrón de la cocina y pongo las flores en mi cuarto, son hermosas. Le mando a Carlos un mensaje de agradecimiento y me paso el resto del fin de semana viendo series.

    Esta semana de trabajo pasa super rápido, a penas me doy cuenta de que ya es jueves cuando mis amigas empiezan a hablar por el grupo. quieren que este fin de semana hagamos algo, a mi no me apetece mucho salir de fiesta, pero sí que quiero verlas, tengo demasiadas cosas que contarles. Quizás podríamos organizar una barbacoa todas, que alguna ponga la casa de campo y el resto ponemos la comida y la bebida. lo propongo y todas votan esa opción. Así que lo organizamos todo. El viernes por la tarde vamos a comprar las cosas y a preparar la casa, pasaremos allí la noche del sábado, así que debe haber cama para todos. El sábado pasamos un día increíble, bañandonos en la piscina y divirtiendonos. Después de cenar estamos todas tumbadas en el porche viendo las estrellas y charlando, así que decido que es un buen momento para contarles lo de Carlos.
    – Chicas, tengo algo que contaros, y es muy importante.
    – ¿Te has echado novio?¿Es sobre el tío de tus niñas?, ¿Te lo has ligado? – una avalancha de preguntas recae sobre mí instantáneamente.
    – Calma chicas, voy a contarlo todo, pero tenéis que dejarme de hablar, si no, no puedo contar nada.
    – Cuenta cuenta, que nos callamos todas. – dice Nerea.
    – A ver, seguro que todas os acordáis del tío de mis niñas, el que nos encontramos en el Lemon y en el Ocean´s.
    – Como para olvidarlo. – dice Claudia. Todas se ríen sobre su comentario y lo afirman.
    – Bueno, pues ya sabéis que me quedé con él esa noche y alguna que otra más.
    – Si, si, aquí todas sabemos lo que habéis hecho en esas noches. – comenta otra de las chicas.
    – No puedo negar algo que no es mentira. – respondo a su afirmación y continuo. – pues la cosa ha seguido para adelante, y tanto ha avanzado que hemos formalizado la relación, incluso fue a hablar personalmente con mis padres.
    En ese momento todas chillan de la emoción, hacen comentarios sobre lo romántico de la situación y después se callan para que yo siga contando.
    – Pues el sábado pasado fue su cumpleaños y lo iba a celebrar organizando una cena con sus padres y después una fiesta en un reservado con sus amigos. Y me invitó para presentarme oficialmente como su novia. así que asistí a la cena, la familia estaba super contenta y fueron todos muy simpáticos conmigo. Después de cenar nos fuimos de fiesta y al final dormimos en su casa. aquella noche pasó lo que tenía que pasar, pero de una forma diferente a la que había sucedido otras veces. Me dijo te quiero y fue muy romántico conmigo.
    – ¡Ohh, que bonito! – exclaman todas al unísono.
    – Y lo mejor, al día siguiente cuando me llevó a mi casa, un par de horas más tarde me llegó por mensajería un ramo de flores con una nota.
    De pronto todas empiezan a gritar y a formar revuelo de nuevo. Parecen sacadas de un manicomio. Estan todas super contentas, me dan la enhorabuena y me piden que lo presente formalmente ante ellas.
    El resto fin de semana transcurre muy bien, lo pasamos de lujo y llego a mi casa exhausta.
    El lunes, vuelta a la rutina, del trabajo a casa y de casa al trabajo. Carlos está bastante atareado últimamente, pero entro de dos semanas coge el resto de vacaciones que le quedan, y mi jefa también, así que no trabajo y seguro que podemos hacer algo.

    El viernes a última hora, media hora antes de que llegue mi jefa suena el timbre. Me dirijo hacia la puerta y al abrir me encuentro a Carlos justo delante, impecablemente vestido y arreglado.
    – ¿Qué haces tú aquí y ahora? – pregunto extrañada.
    – ¿Qué pasa? ¿no te alegras de verme? – dice apoyándose en la puerta.
    Llevo casi dos semanas sin verle, solo hemos hablado por teléfono, así que de repente me abalanzo y le abrazo fuerte. Su boca busca a la mía y nos fundimos en un beso. Las niñas, que estaban en el salón lo han escuchado hablar y vienen hacia la entrada corriendo y diciendo:
    – ¡Tito Carlos!
    Se abrazan a sus piernas, metiéndonos entre nosotros y obligandonos a separarnos.
    El, como buen tío se agacha y las abraza, dándoles toda la atención que demandan. Yo lo miro embobada apoyada en la pared. Sería un padrazo increíble. Yo no sé qué nos pasa a las mujeres que cuando vemos a un hombre con niños, se nos remueve dentro algo muy primitivo. Algo que no podemos controlar. A algunas de mis amigas también les pasa, no se si a todas las mujeres les pasará, pero con las que yo he hablado de este tema estamos todas de acuerdo.
    Las niñas ya se han ido de vuelta al salón y Carlos está en la entrada, no me doy cuenta hasta que da una palmada justo delante de mi cara, sacándome del ensimismamiento.
    – Bueno, ¿me vas a decir que haces aquí? – demando.
    – Pues que he salido un rato antes y he pensado que podríamos ir a tomar unas tapas o algo para almorzar.
    – ¡Que gran idea! Pero tenemos que esperar a que llegue tu hermana, me queda todavía media hora de trabajo.
    – Hecho.
    Cerramos la puerta y nos dirigimos al salón. Carlos se sienta en el sofá a ver los dibujos con la niñas y yo recojo todas mis cosas, aviso a mi madre de que no voy a comer en casa y vuelvo al salón. Cuando llega Marga nos despedimos de las niñas y nos vamos. Aparcamos por el centro y vamos a varios bares a tomar unas tapas. Hay mucha gente almorzando igual que nosotros.
    – ¿Sabes que la semana que viene la tengo de vacaciones no?
    – Si, yo también la tengo libre, tu hermana también la tiene de vacaciones.
    – Pues quiero que te vengas conmigo de viaje. Mi madre me regaló un crucero para dos personas, y quiero que seas tú quien con quien comparta el regalo.
    – ¡Oh Dios! – exclamo. – muchísimas gracias cariño. – digo abrazándolo y dándole un beso.
    Terminamos de almorzar y vamos a tomar un café.
    – Oye, ¿quieres hacer algo esta noche o tienes planes? – pregunta.
    – Pues la verdad que no tengo planes. ¿Qué me propones?
    – Pues depende de lo que tengas ganas. Película tranquilamente en casa o salir de fiesta, como prefieras.
    – Pues hoy me apetece más peli tranquilitos. Yo llevo la cena.
    – Tus palabras son órdenes.
    Me lleva a casa, tengo que hacer algunas cosas esta tarde, así que después me recogerá a las nueve.
    Hago mis recados y me preparo para cuando Carlos llegue. Cuando me estoy duchando, de repente noto algo raro. Me acaba de bajar la regla, vaya faena. Bueno, hoy tendremos que aguantarnos. En principio no hay plan de dormir en casa de Carlos, se supone que me va a traer cuando acabe la película, pero yo, precavida, echo en el bolso una camiseta enrollada y unas bragas. Además de unos cuantos tampones.

    Carlos llega a recogerme, nos montamos en el coche y vamos a la casa. Al llegar, preparamos las pizzas que he comprado y nos vamos al sótano. Vemos ‘Un paseo para recordar’ que es una de mis películas favoritas. Cuando la película termina, Carlos me abraza fuerte y casi desesperadamente, como si al verla le hubiera entrado miedo, como si no quisiera perderme. Se está tan bien entre sus brazos, parece que encajamos como piezas de puzzle, empezamos a darnos besitos suaves y relajados por todo el cuello, la boca y los hombros. Está aumentando en mi interior un calor incesante que se que no voy a poder calmar. Las manos de Carlos vuelan por todo mi cuerpo, acariciando cada centímetro de mi piel. Sus manos se aventuran a meterse por debajo de mi pantalón, pero rápidamente me separó y le hago sacar las manos de ahí. Carlos no dice nada y sigue basándome, un rato después vuelve a intentarlo, pero mi reacción es la misma.
    – ¿Que pasa? – Dice algo extraño.
    – Nada, solo que no me apetece.
    – Cariño, no es por ponerte en duda, pero tus manos, tu lengua y tus caderas moviéndose lentamente no decían lo mismo. ¿Que pasa? – vuelve a preguntar.
    – Yo, es que, no… – dudo.
    – Sabes que tenemos confianza y que me lo puedes decir todo.
    – Que estoy con la regla. – digo finalmente.
    Carlos empieza a reírse y cae en el sofá asolado por las carcajadas. Yo, anonadada, lo miro desde lejos. No sé qué es lo que le hace tanta gracia, pero está llegando a molestarme que se esté riendo de esa manera por lo que le he dicho. No dejo de mirarlo seriamente, no me hace ni pizca de gracia que se esté riendo de mi. Cuando termina de reírse se incorpora, quedando de nuevo sentado como estaba antes.
    – ¿Se puede saber qué es eso que te hace tanta gracia? – digo en un tono algo borde.
    – No te enfades cariño, pero me ha hecho gracia que hayas estado tan rara por eso, pensaba que era algo más importante.
    – ¿Te parece poco importante?
    – No, pero pensaba que era algo de vida o muerte, algo que te pasaba. La regla es algo con lo que hay que saber vivir, a mi personalmente no me importa un poquito de sangre.
    – ¿Cómo no te va a importar que haya sangre? – digo bajando la cabeza y mirando al suelo.
    – A mi no me importa en absoluto, y a ti tampoco debería importarte, pero si no vas a sentirte cómoda podemos pasar de esto y hacer otra cosa.
    – Yo lo probaría, pero es que lo vamos a poner todo perdido de sangre. – afirmo.
    – No lo haremos aquí, podemos poner toallas en la cama y hacerlo allí, o si quieres, en la ducha como el otro día. Dónde tú decidas.
    – Podríamos probar en la cama. – digo.
    – Vamos para allá.
    Subimos al dormitorio, quitamos la colcha y la sábana superior de la cama y tendemos toallas por toda la superficie.
    Voy al baño a quitarme el tampón y ahora vuelvo, ve preparándote. – digo con voz sugerente.
    En realidad estoy un poco asustada por la situación, esto se sale mucho de mi zona de confort, pero se que con Carlos no va a haber problema, y eso me tranquiliza. Me limpio muy bien y me dirijo hacia la habitación de nuevo.
    Cuando llego Carlos está mirando por la cristalera del balcón, solo lleva puesto un bóxer negro, de esos que me encantan como le quedan. Se ajustan a cada una de las curvas de su culo y me ponen a mil. Yo llevo solo las bragas también, aunque no tienen nada que ver con su bóxer, son feas y algo anchas, pero no me preocupo, se que no me van a durar mucho puestas. Estoy algo nerviosa mientras me acerco a Carlos por detrás, pero cuando le abrazo por la espalda y siento su calor en mi cuerpo me relajo y pierdo todo el miedo. Su definida espalda me provoca unas inmensas ganas de cubrir cada músculo de su cuerpo de suaves besos. Empiezo a hacerlo, beso sus omoplatos, sus hombros, mis manos se deslizan por su abdomen, rozando cada uno de sus levemente definidos abdominales. Me encanta esta sensación, me hace sentirme muy unida a él.
    Carlos se da la vuelta, haciéndome cesar de mi tarea, posa sus manos en mi cintura, encima de mis caderas, sus maravillosos dedos rozan mi piel como si de las cuerdas de una guitarra se tratase. Sus cosquillas me hacen estremecer, aumentando el calor en mi interior. nuestras bocas no dejan de moverse al mismo compás, todo entre nosotros se armoniza y, casi sin quererlo, deambulamos por la habitación hasta llegar al borde de la cama. Nos deshacemos de la poca ropa que nos queda puesta y caemos a la cama. Carlos apaga la luz, supongo que es para no ver el crimen que vamos a formar en la cama, así que no le digo nada. seguimos con nuestras andadas, nuestros cuerpos se demandan, se buscan, se necesitan. Carlos se pone un preservativo y se introduce en mí lentamente. Esta es una sensación extraña, para nada molesta, pero muy rara. Es como si hubiese una sobrelubricación en mi vagina y eso aumentara la sensación que siento cuando me penetra.
    – ¿Qué tal? – dice Carlos sin querer moverse mucho.
    – Extraño pero bien. Sigue.
    Carlos empieza a entrar y salir de mi, su boca no cesa el contacto con la mía, y mis manos recorren su tronco a la vez que las suyas se encuentran a ambos lados de mi cabeza, clavándose en la almohada. Esta sensación me está encantando, necesito que siga, y le animo con mis palabras.
    – Sigue, por favor, más.
    Sus acometidas se intensifican, en una de ellas se introduce tanto en mí que nunca le había sentido tan dentro, haciéndome soltar un grito de placer que casi le asusta, pero sigue su labor. Un par de acometidas más tarde me tiemblan las piernas y me deshago de placer entre sus brazos. Carlos termina unos segundos después y se tumba a mi lado en la cama, con la cabeza enterrada en mi pelo.
    – ¿Qué tal la nueva experiencia?
    – Uf, alucinante, creo que vamos a tener que repetir alguna que otra vez. – respondo. – Creo que deberíamos recoger todo lo que hemos manchado y darnos una ducha. Ya mismo tienes que llevarme de vuelta a casa.
    Encendemos la luz y nos levantamos de la cama, parece la escena de un crimen, están todas las toallas manchadas de sangre y parece que a Carlos le acaba de bajar la regla, es algo cómico incluso verle así. Recogemos todas las toallas y Carlos baja a meterlas en la lavadora mientras yo me ducho. Cuando termino y él se ducha también, me lleva a mi casa. Me despido de él y me voy a mi dormitorio. Rápidamente llega de nuevo el lunes y la semana se me pasa volando, pues tengo que preparar la maleta, el sábado embarcamos en un viaje que cambiará nuestra relación.


    Responder
    Johana
    Invitado
    Johana on #237515

    Me encanta muchisimo

    Responder
    quedare pa vestir santos
    Invitado
    quedare pa vestir santos on #237711

    sube mas por dios!!!

    Responder
    Andreaaa
    Invitado
    Andreaaa on #237991

    Sube maaaaas!! Me encantan, paso los días esperando a que subas nuevos capítulos! ♥️Enhorabuena por esta historia!

    Responder
    Roberta
    Invitado
    Roberta on #237997

    ¡Ay!, que me tienes enganchada con esta frase: EL SÁBADO EMBARCAMOS EN UN VIAJE QUE CAMBIARÁ NUESTRA RELACIÓN….. espero que pase algo bonito y que no cambie en negativo, ¿eh? Aquì estoy. Rob.

    Responder
    Marsoñadora
    Invitado
    Marsoñadora on #238064

    Me encanta, me encanta, me encanta!!! Me da un poco de miedo lo rápido que van con la relación peeero seguro que le da más chicha a la historia. Deseando leer más capítulos!

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Respuesta a: El tio de mis niñas. Cap 8
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