Hace un par de meses tuve un accidente de moto. Alguien del que no me apetece tampoco mucho hablar se saltó un stop y la verdad es que el resto sucedió tan rápido que lo recuerdo como si fuera una película.
Podría haber muerto. Podría haber dejado de existir de un plumazo. Toda mi vida borrada en cuestión de tres putos segundo. Yo pensaba que esas cosas nunca te podían pasar, como si la muerte te preguntase si te viene bien morirte ahora, Porque ¿cómo me voy a morir yo ahora, si no he terminado ese proyecto tan grande con el que llevo un año trabajando? O Si no me voy a poder despedir de mi amor de toda mi vida o decirle te quiero a mi madre por última vez.
Pues no. La muerte no espera y aprendido que la vida tampoco.
Así que se acabó a preocuparme por cosas que no tienen sentido. A pasarme cuatro horas diarias metida en Instagram queriendo vidas que no son las mías o preocupada por un trabajo de mierda que solo me da ansiedad.
No,me quiero ahora y me quiero viva.