Independientemente del peso, todos somos personas.
Yo, ya nací pesando menos que otros bebés, estando sana.
En sexto de primaria aún recuerdo como me escondía en el recreo, porque habían amenazado con darme una paliza, a la fideo, la anoréxica, etc
En la ESO, yendo a hablar con la orientadora, en las típicas tutorías que hay a esa edad, estaba la profe de inglés por los pasillos. Me dio un Kinder bueno que le había sobrado y me dijo, «Toma, que hay que engordar.»
Hace un par de años, fui al médico porque petó mi historial. Cuando me midieron y pesaron, el enfermero me echó la bronca con que mi IMC está por debajo. Que si lo sé por qué no hago nada en remediarlo, etc.
Una vez, con una amiga de mi complexión, paramos un bus, y el conductor nos soltó delante de todos. Un poco más y no paro porque no se os ve, de lo finas que sois.
En cuanto lo del trabajo, estuve en Zara. Entré con una chica con sobrepeso, que las cosas como son, se le daba mucho mejor que a mí doblar ropa, y ser rápida.
Se quedaron con ella, y a mí me dijeron que no seguía trabajando. Cosa que comprendo y les doy la razón, porque yo soy más de trabajos de oficina.
Miraron a ver quién es más apta, no quien estaba gorda y quién flaca.
Así que si a todo eso lo llamáis de ser llorona, trabajad la empatía.
Todos tenemos derecho a hacernos notar por algo más que una carcasa, hablo de derechos básicos que se merece cualquier ser humano, sin tener cuenta un peso u otro.