Entiendo que te quedes en shock. Pero deberías marcarle límites, incluso con educación, coje valor y la próxima le dices: «mire perdone, le agradecería que no hiciera comentarios de ese tipo, son ofensivos, así que con todo respeto ahorreselos porque nadie le ha pedido su opinión sobre MI cuerpo, al igual que yo no comento nada sobre su físico.» Y todo esto dicho lo mejor posible, pero si puede ser delante de más gente, ya verás como se queda callado sin saber qué decir.
Y si te rebate, le contestas: no voy a discutir con usted, es cuestión de educación, me voy que tengo trabajo que hacer (y te vas BIEN DIGNA)
Gordofobia… ¿y mobbing?
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NInvitado
ResponderEstherInvitadoYo lo tengo claro: lo cogería aparte, en privado y se lo diría, que no piensas tolerar ni un solo comentario más de ese tipo. Que es una falta de respeto. Es más, si eso continua, creo que puedes poner una queja contra él que lo podría perjudicar laboralmente y no creo que le interese.
Pero no lo aguantes más.AlmalibreInvitadoUn compañero de trabajo que hace eso no deja de hacerte mobbing asiq no me parece una idea loca que sea el director quien le pare los pies. Yo a su altura no me pondría. Eres una maestra educas, por tanto arreglarlo a insultos no es viable, es tu centro de trabajo.
CInvitadoYo le diría directamente: vamos a ver…¿tienes algún problema? Porque que yo sepa no te he pedido que opines sobre mí.
Yo también trabajo en un cole y hay que ponerse dura, porque la gente cree muchas veces que tiene el derecho a opinar sobre el cuerpo de los demás bajo la premisa «te lo digo por tu salud».
Échale fuerza y a la próxima que te diga algo dile ¿PERDONA? ¿Creo que he escuchado lo que he escuchado? A ver con qué te sale 😆. Y si ves que no tienes fuerzas, le pasas el enlace del foro que entre todas le damos una lección de moralidad y educación 🤪. Un abrazo!JuliaInvitadoUInvitadoIrisInvitadoHabla con el equipo directivo, coml ya han comentado algunas amigas. Yo también soy maestra, y en el primer cole donde estuve había un conserje muy machista que se jactaba de mandar más que el director. Gastaba «bromas» de muy mal gusto, nos tocaba la cintura, las piernas,nos llamaba «huchitas», despreciaba a las compañeras de mayor edad (aunque él tenía 63) por ser gallinas viejas…Un asco. El segundo año de estar allí trabajando estaba yo en la conserjería fotocopiando (por quitarle trabajo a él) y le pedí un folio. Él enrolló el folio haciendo un cucurucho y me lo metió por el canalillo. Me sentí humillada y me cabreé muchísimo, me saqué el folio, lo tiré y simplemente le dije «Que gracioso» mientras yo misma cogí un nuevo folio. A partir de ahí me hizo la vida imposible: dejó de hablarme, lo cual era de agradecer, hablaba mal de mí a compañeros y compañeras, tenía que dejar mis fotocopias a nombre de mi paralela porque él no me las hacía (aunque a él le pagaban un extra para ello…), etc. El colmo llegó el día que yo encendí la plastificadora, la cual está en conserjería, porque tampoco me plastificaba el material como al resto de profes. Mientras calentaba, me salí a la sala de profes a adelantar trabajo. Escuché que se iba, así que me acerqué y le dije que si iba a cerrar que apagara la plastificadora. Ni me miró. Al día siguiente el director me llamó la atención por haberme dejado la plastificadora encendida toda la noche, que el conserje se la había encontrado por la mañana echando humo y que le había dicho que había sido yo. De la misma impotencia no supe qué contestar. Pasó el día y cuando a acabaron las clases bajé al despacho del director y le pregunté que quién debía plastificar en el colegio, si el conserje o yo. Me dijo que al conserje se le paga a un extra por plastificar, encuadernar y hacer fotocopias, pero que los y las profes éramos libres de hacerlo si queríamos. Entonces le solté: «¿Y tengo que dejar que me metan folios por el canalillo para que me hagan las fotocopias?» El director se quedó parado, le conté todo lo que había pasado, la hartura general que había con el trato que recibíamos por su parte, que sabía que ya le habían denunciado (ahí me marqué un farol, no lo tenía confirmado) y que para la prensa sería muy goloso un caso de abuso en un centro escolar. La conversación con el director fue tranquila pero tajante, me escuchó, me aseguró hacer algo al respecto y así fue. El susodicho siguió sin hablarme, pero empezó a cumplir con sus funciones y, aunque siguió con sus putas «bromas» machistas y vejatorias, mantuvo las distancias y se dejó de tocamientos y comentarios obscenos. No es suficiente, lo sé, pero fue un paso y yo gané una batalla.
Con todo este rollo solo quiero decirte que hables con el equipo directivo. Además, ten en cuenta que si no te hacen caso puedes llevar la denuncia más allá. Ánimo, valiente. ¡No estás sola! -
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