Han vuelto a llamar gorda a Blanca Suárez. Por N elevado a la velocidad de la luz vez, han
vuelto a llamar gorda a Blanca Suárez. Bien, a ver, lo primero: GORDA no es un insulto. Es
un adjetivo, como bien dice Caitlin Moran (a quien os recomiendo leer si os queréis echar
una risa hablando sobre feminismo) GORDA es una palabra más a la que hemos cargado
de significado peyorativo. Ponte de pie y empieza a gritar GORDA a las cosas. Esta taza es
gorda, esta cama es gorda, mi portatil es gordo, la planta parece gorda. Verás como a los
dos minutos te estás partiendo de risa y la palabra gordo pierde todo su sentido. Yo lo he
hecho y, la verdad, el descojone te lo llevas.
Un libro puede ser gordo, un problema puede ser gordo, una borrachera puede ser gorda y
un premio de la lotería puede ser el gordo de tu vida. Tú puedes ser gorda. Yo puedo, y soy,
baja. Bajita, si preferís suavizarlo, o “un tapón” si quieres hacerlo algo ofensivo. Igual que
soy morena para alguien de Suecia pero mi madre me sigue diciendo que soy blanca. Me
da igual. Son adjetivos que cada uno usa para describir realidades como las ve.
¿Os acordáis del vestido amarillo-azul? Para mí siempre fue azul, aunque muchos lo veían
amarillo. Es un ejemplo absurdo, pero creo que ejemplifica bastante bien esto.
El caso y lo preocupante, no es que por N elevado a la velocidad de la luz vez, hayan
descrito a Blanca como GORDA, no. El verdadero drama viene cuando describen su estado
físico. (Cuidado, que respira) .
Perlas como “No se ha privado en comer” “Ha enseñado su cuerpo sin pudor” “Se despoja
de maquillaje” “Luce estrías” ocupan toda la página. Es alucinante cómo culpabilizan a
alguien por su cuerpo y luego hacen dinero de ello.
Vaya, pobre chica “Está viva y disfrutando de la playa tranquilamente”. (Os prometo que
muchas veces me imagino a las redactoras con los ojos en llamas, desfogando su furia
interna con las imagénes de las famosas como si estuvieran insultando a su casera, que le
subió el alquiler el mes pasado o su vecina que no deja de quejarse del ruido)
Menos mal que nunca triunfé como actriz, porque desde luego hay que tener mucha
paciencia para que te juzguen todos los días de tu vida.
¿Qué van a pensar las chicas que lean estas revistas? Pues que no merecen pisar la arena
este verano si no empiezan ya una dieta depurativa y se recluyen en casa y en el gimnasio
para no coger ni un kilo porque, CUIDADO, podrían llamarte GORDA. Y a esa edad, de
llevar flequillo recto se puede salir, una siempre aprende de sus errores, pero de que te
llamen gorda no. Seriously?
He pasado bastante tiempo de mi adolescencia luchando con los TCA (Trastornos de la
conducta alimentaria) dejando de ir a sitios o de hacer cosas porque implicaban comer.
Sintiéndome mal porque me comía un trozo de pizza o porque no había superado mis 50
minutos diarios de cardio.
No me averguenzo de decirlo, al contrario. Creo que deberíamos visibilizar la situación y
luchar contra ella. Y precisamente, he visto en esto una forma de luchar y en la que se
podría aprovechar todo el daño que hacen estas revistas.
Así que tengo que dar las gracias a estas publicaciones. Sí. Las gracias. Gracias, por
enseñarnos que esas personas, que para muchas son referentes, también están vivas.
Gracias por enseñarnos que tienen estrías, celulitis o espinillas. Gracias por mostrarnos que
somos humanos y estamos vivos.
Quiero pensar en una niña de 15 años, viendo esta publicación en su casa, olvidándose de
que, despectivamente, pone GORDA. Mirándose al espejo y diciendo “Pues es igual que
yo”. Sería una maravilla ¿No? Sería precioso revertir el daño que todo esto nos hace con un
poco de feminismo.
Quizás solo haga falta mirar con otros ojos, cambiar los titulares.
Desaprender las connotaciones que hemos asignado a algunas palabras.
¡Blanca Suárez, viva y disfrutando de su verano!