Fue meses después cuando aprendí lo que realmente era un narcisista, en ese momento aunque sabía la definición, no lo calé. Pero me pilló en un momento muy centrado de mi vida y todo lo que hice por intuición, fue el camino correcto.
Lo conocí en tinder, ya acumulaba un divorcio, los 40 años y acababa de pasar por una ruptura dolorosa de una historia muy breve. A la que yo había puesto punto y final con contacto cero por salud mental y con mucho amor recíproco. Abrí tinder para hablar con alguien porque pasaba muchas horas en casa sola.
Apareció el. Bueno, la conexión fue mágica. Parecía que alguien había esculpido a mi hombre perfecto. A medida. Moreno, inteligente, tatuado y del norte (me encantan los hombres del norte). Regordete y algo bajito para mi gusto, pero la verdad nunca me he fijado en el físico. Era como mi alma gemela.
Las primeras semanas hablamos mucho y quedamos rápido. A pesar de ser de distintas ciudades, el vino a la mia y lo que iba a ser un fin de semana juntos terminaron siendo 5 días inolvidables.
Primera fase bombardeo de amor. ¡por dios, si parecía que besaba por donde yo andaba!!. Me miraba embelesado horas, la más inteligente, la más guapa, pendiente de mi, detalles… en seguida me propuso una relación. A mi me costó algo dar ese paso. Viajes, presentarme a su madre y a su hija… si por trabajo iba a otra ciudad, me invitaba a ir con el. Todo su tiempo era mío, toda su atención… y al final caí.
La primera bandera roja que vi, fue que solo tenía un amigo. No conservaba nada. Ni siquiera del trabajo. A pesar de ser un tío carismático e inteligente, no tenía gente. Empecé darme cuenta de que era como un camaleón. Cuando lo introducía en mi círculo, se adaptaba perfectamente. Era como si supiera que darle a cada persona. A mí me parecía que tenía personalidades a medida. Eso me tenía con la mosca detrás de la oreja.
A partir de ahí empezó la triangulacion, sutil. Me hablaba mucho de dos compañeras de trabajo, eran inteligentes y atractivas. Que lo mismo se iría de viaje de negocios con alguna. Empecé a sentir celos, pero la verdad estaba en una fase que entendía que si me ponía los cuernos era su problema, no el mío. Así que solté. No funcionó esa táctica.
Lo siguiente fue el refuerzo intermitente. Tan pronto me avasallaba como me dejaba horas en visto. Si se iba de cena de negocios, no sabía nada de él hasta el día siguiente (aunque había dejado caer con un wassap a mitad de la cena que se iría con alguna de esas dos compañeras a tomar una copa) . Tan pronto quería verme ,como cambiaba planes. Una vez hasta fui a su ciudad después de decirle tres veces que lo aplazabamos, para que me estuviera casi ignorando dos días mientras estaba allí. Eso sí, antes de dejarme en la estación, abrazos besos y te quiero…todo amor. Después de dejarme en visto me mandaba un mensaje muy emotivo. Me tenía en una montaña rusa y yo era consciente. Lo que en vez de hacerme luchar, me hizo empezar a tener precaución.
Luz de gas… cuantas veces todo eran imaginaciones mías… o lo había entendido mal… o yo era una exagerada o incluso es que yo no estaba bien de la cabeza.
Tan pronto me hablaba de la vida que tendríamos de viejitos y me llevaba a su ciudad de nacimiento para andar las calles, mientras me hablaba de su pasado. Como me ignoraba y me hacía sentir insuficiente.
En esa época yo ya era un cúmulo de estrés, baja autoestima y ansiedad. Miedo constante a perderlo con el deseo de que se fuera.
Las conversaciones giraban en torno a todo lo que el tenía: mucho dinero (que va, ganaba bien y gastaba mejor) , un pene de 20 cm (me quedé con las ganas de medirlo, porque a mi me faltaba chicha), éxito en el trabajo (había cambiado en los últimos años muchas veces de compañía), ofertas laborales (que yo no vi materializarse)… yo, yo ,yo ,yo…
En el último viaje que hicimos, comimos con una amiga mía. Yo no estaba receptiva ni sumisa, lo que hizo que ese viaje estuviera pasivoagresivo y distante. En la comida especialmente sarcastico e hiriente. Cuando salimos mi amiga y yo a fumar ya le dije que tenía las horas contadas la relación.
Al volver a mi casa sola hice algo nuevo. En vez de ponerme triste y buscar soluciones, acepte que la relación había acabado (sabía que eran dias lo que quedaba para que el me lo dijera). La forma en la que el me trataba, a mi me hacía daño. Fue un viernes que pedí cita con el psicólogo para el lunes, el motivo que le dí fue que iba a tener una ruptura sentimental esa misma tarde. Y no me equivoqué.
En teoría vendría a la hora de comer, me dejó en visto hasta las 7 de la tarde. Vino a las 9 de la noche. Me llevó a tomar unas cervezas y me dijo que creía que no podíamos seguir «siendo novios» (lo recalco porque entendí: quiero lo que tenemos, pero no las responsabilidades). Muy tranquilamente le dije que estaba de acuerdo, que ya tenía cita para el psicólogo y que iba a trabajar en mi. Le dejé claro que yo le ofrecía una amistad, sin mas, sin sexo. Nos fuimos a dormir porque se iba a quedar todo el fin de semana y yo al día siguiente hice un examen toda la mañana.
A la hora de comer yo estaba tranquila, el estaba más relajado que yo. Pero fue ahí donde empecé a vomitar , de forma correcta, todas mis sensaciones, todas sus mentiras y mi dolor. Su falta de empatia, su egolatría, su nula responsabilidad afectiva. Le explique que me había hecho daño y cual era su responsabilidad. Duró la comida y la cena… en ese periodo el me dijo que si volvíamos se podría solucionar, pero le dije que para dejarlo se necesitaba uno, para volver dos y yo no quería volver. Esa persona con esa energía tan tremenda, empezó a agotarse ante mí, cada vez más pequeño y tembloroso. Solo balbuceaba que nadie le había hablado así. Creo que llegué a ver remordimiento en su mirada, pero a saber por lo gran actor que era.
Al día siguiente a primera hora se fue. Dijo que estaba muy afectado y necesitaba unos días.
Dos días después le escribí a ver si estaba bien, me contesto que muy afectado , que nadie le había hablado tan claro nunca, me pidió tiempo para gestionarlo y retomar esto como una amistad. Después de eso : un gosthling como una casa. Le escribí a la semana y nada y le llamé a las 3 semanas y nada. Suficiente.
Tarde en gestionar esa forma tan humillante de acabar. Me eche la culpa y me sentí como una mierda. Pero no le busqué, ni volví a contactarlo.
En mi cabeza a veces aparecía esa idea de como había podido hacer eso. Hasta que me topé con publicaciones sobre narcisistas y ví que todo lo que había vivido era eso. Se fue, porque pasé de víctima a amenaza. No pudo conmigo.
Pasé página, sin entender, sabiendo que nunca tendría respuestas a mis preguntas. Trabaje mucho en mí para no volver a caer. Al final lo ví como era, la persona más traumatizada e insegura que he conocido. Pasé del dolor a la lástima.
A día de hoy tengo una estupenda relación sana, con límites y mucho amor, donde mi compañero crece conmigo y su felicidad se suma a la mia. Del sufrimiento se puede aprender mucho.