Hola público (agradecería alguna idea para empezar inclusiva que mole más),
La verdad es que llevaba tiempo queriendo escribir este post. Cada vez que paso por aquí me voy con la sensación de que todas las relaciones fracasan, que todas las suegras son la reencarnación de Lucifer y que todas las parejas son unas traidoras. Por eso, quiero contar mi historia que estoy segura que es como la de la mayoría de la gente que está por aquí, pero no nos animamos a escribir las cosas buenas, porque claro, este foro está pensado para las malas, pero es que yo necesito que algunas y algunos por aquí sepáis que no todo es de color negro.
Tengo 32 años, soy bisexual, aunque con mujeres nunca he durado más de un telediario, y pese a que he encontrado muchos y muchas idiotas en mi camino, solo he tenido dos relaciones de verdad. La primera fue genial, él era encantador, afroamericano y 12 años mayor que yo. Su madre no lo quería para mí porque soy blanca y española (sorpresa, todos podemos ser racistas), sin embargo, él siempre me dio mi lugar y ella nunca me faltó al respeto, aunque decía abiertamente lo que pensaba. ¿Qué por qué terminó? Porque con 25 años, yo tenía clarísimo que quería ser madre, y él que no quería hijos. Así que de muto acuerdo, después de 3 años, sin toxicidades ni otras personas, dejamos la relación, y aunque ya no hablamos demasiado (él volvió a EEUU y se metió en el ejército, se casó y ahora tiene dos niñas) tenemos un buen recuerdo de ambos.
Después de él vinieron un par de idiotas, y luego vino mi actual pareja, que es aún más maravillosa. Llevamos 3 años, él es alemán y su madre me considera una hija desde el día 1. Nada de suegras de películas, no, todo lo contrario. Es un amor conmigo, me adora y me ayuda en todo lo que puede, porque vivimos en Alemania y sabe que mi familia sigue en España. Ahora puedo decir con orgullo, que tengo la relación que siempre pensé que era la ideal. ¿Discutimos? Desde luego. ¿Somos felices? Mucho más. ¿Es una garantía? Por supuesto que no, me encantaría morir viejita y seguir con él, y ambos igual de enamorados, pero en cualquier momento cambiamos y dejamos de sentir lo mismo. Si he perdido relación con amistades de toda una vida, no entiendo por qué con mi pareja deba ser diferente, pero lo disfrutaré mientras estemos juntos, y seamos más felices juntos que separado.
Importante y relevante para este foro, el primero me conoció cuando yo pesaba 113kg en 166cm, el segundo con 100kg, y eso a ninguno le supuso un problema. El primero nunca dijo nada sobre mi peso, el segundo tardó un año en admitir que mi peso le suponía un problema, porque él, muy deportista, quería hacer muchas cosas conmigo, que yo claramente no podía. No, no le molestaba el tamaño de mi culo, le molestaba que no podía hacer 100km en bici con él, o salir a correr con él. Después de eso, me ha motivado muchísimo a perder peso, motivación, sin presión, porque yo admití que quería perder peso, pero no lo conseguía (hace unos días pasé la frontera del 7, y ahora con 79 kg, solo me quedan unas pocas lorzas, para llegar a normopeso, pero eso va para otro post). Aun así, sigo sin poder correr o montar en bici con él, pero encontramos nuestro punto medio: él corre y yo le acompaño en bici. Y ahora, estamos esperando a que el coronavirus nos dé un respiro para empezar a buscar un bebé.
Querido público, las relaciones buenas son posibles. Las parejas de verdad existen. Y las suegras hadas madrinas también. Y solo puedo daros el mejor consejo que he recibido en mi vida, de mi profesora de Educación Física: Si tenéis que plantearos si una relación funciona, es que no funciona.
Saludos,
Lisefem