No, la violencia no se perdona.

Últimamente leo a muchas mujeres que piden a gritos que las rescatemos. La última escribía hace unas horas a WeLoverSize preguntándose si debía perdonar a su maltratador.

Y lo he escrito bien, preguntándose. Porque cuando sufres este tipo de violencia, la machista, continuamente te preguntas a ti misma qué debes hacer. Las dos únicas variables posibles son: le perdonas o continúas fingiendo que es una mala racha, un episodio que con paciencia terminará.

Por eso, cuando una mujer os comience a preguntar en alto qué debe hacer el siguiente paso es reforzarla: ella ya sabe qué tiene que hacer.

Y deberíamos alegrarnos porque la tendencia confesora es sintomática de los grandes avances que la lucha feminista está logrando en nuestro país: estamos comenzando a dejar de sentirnos culpables, a dejar de sentir vergüenza y a dejar de escondernos porque, sabemos, con nuestro ejemplo podríamos estar ayudando a alguien más.

Eso lo aprendí el día que comprendí que yo estaba sufriendo ese tipo de violencia. Desde entonces, nunca he perdido la oportunidad de contarle mi experiencia, y de entregarle todo mi apoyo, a quien puede estar pasando por una situación similar.

Porque, si hay una verdad absoluta, es que cada mujer maltratada es distinta de las del resto. Por mucho que se nos contabilice como un número o una estadística más.

Así que si tú estás viviendo una situación similar, quiero que sepas que sí hay salidas alternativas y que la única persona que puede controlar y decidir sobre tu vida eres tú misma. Al principio es la peor experiencia que vas a vivir, éstas son algunos de los juicios paralelos a los que yo tuve que hacer frente:

Con lo mucho que lo querías, y le has denunciado
Sí, le quise con todo mi alma. Y sé que tú también le quieres más que a cualquier cosa en el mundo. Pero el amor no justifica la denigración personal y la merma de tu autoestima. Primero tú.

-Pobrecito, va a dormir en el calabozo. Piensátelo bien.
Sí, duermen en el calabozo. Pero al día siguiente se realiza un juicio rápido y a casa. Y tu maltratador sigue libre. Así que no te sientas culpable de nada, porque no lo eres. Por una noche que él ha dormido en las dependencias, tú has dejado de dormir cientos de ellas.

-Qué eficaz la policía. Imagínate en un caso de maltrato de verdad lo protegidas que están las víctimas.
Esto me lo dijeron después de que me pegaran una vez. Por supuesto, no necesité más para dar el paso. Pero parece que si no nos matan, no nos han maltratado “de verdad”

-Yo cuando me enfado con mi novio me voy a la peluquería y de compras. Haz lo mismo.
Real como la vida misma. La misma sargento (sí, he escrito bien, mujer) de la Guardia Civil, me “sugirió” que para solucionar un caso de violencia machista, lo mejor era irse de compras y a la peluquería. Justo en ese preciso instante, mientras me tomaban declaración apenas media hora después de los golpes, sentí cómo iba a continuar maltratándome la sociedad. Pero no te preocupes, todo hace más fuerte.

-A mí siempre me tocan estos rollos en mi turno.
Literalmente. El agente de la Guardia Civil que me acompañó al centro de salud protocolariamente antes de interponer la denuncia, se encontró con unos conocidos y, señalándome, sin ningún tipo de pudor ni privacidad hacia mí y mis circunstancias, hizo gala de toda la sensibilidad con la que se instruye a nuestros cuerpos de seguridad. Nunca me he sentido más desprotegida que en aquel instante.

Y durante el resto de mi vida, pasados los años, aquel episodio sigue dejándome pesadillas en la memoria. Aún siento miedo cuando mis posteriores parejas me han levantado el tono de voz, creyendo que después vendría algo mucho peor.

Pero eso, a ti que estás pasando por lo mismo, sólo podemos comprenderlo quienes hemos pasado por ello. No hay empatía suficiente para imaginar esa sensación si no la has vivido, desgraciadamente. No hay suficiente calor para callar ese frío. Vuelves a ser feliz, pero jamás olvidas.

Hace cinco años que tuve que experimentar esta violencia. Entonces no comprendía nada, algo que solucioné con los años, el tiempo y grandes períodos de soledad y reflexión.

Pero un día te encuentras a ti misma, sabiendo qué necesitas en tu vida y de qué puedes prescindir. Comprendes que nadie puede entenderte, por muchas veces que lo cuentes. Y lo haces tan tuyo que es inherente a ti. Y eso, a ti que estás pasando por lo mismo, no es negativo. Te demuestra lo fuerte que puedes llegar a ser. Te ayuda a crecer y a entender qué no mereces. Aprendes a distinguir las personas tóxicas solamente mirándolas a los ojos. Y comprendes qué puedes ofrecer tú porque sabes qué quieres recibir de vuelta.

Así que no, no estás sola. Si necesitas romper, rompe. Si necesitas huir, huye. Si necesitas llorar, llora. Pero querida amiga, tú que quizás estás pasando por una situación similar: no te rindas y denuncia. Te prometo que al final hay una salida que te está esperando para volver a empezar, tal y como tú te mereces.

Con todo mi amor, sororidad y empatía, hacia quienes dudáis qué debéis hacer: vosotras, más que nadie, sabéis perfectamente cuál es el siguiente pa