Después de muchas desilusiones en el mundo Tinder y habiendo perdido ya la esperanza, hace una semana quedé con un chico por Tinder sin demasiadas expectativas, aunque lo que habíamos hablado me había causado buena impresión.
Fue un auténtico flechazo, tanto físicamente como psíquicamente. La conversación fluía sola, teníamos un montón de cosas en común. Creo que nunca he conocido a alguien tan parecido a mi.
El caso es que a mitad de la cita, me dijo que me quería dejar claro algo importante para él, que él no se había metido a la aplicación buscando sexo, que de hecho no es de los chicos que tiene sexo en las primeras citas, que eso no le va, que prefiere conocer a la persona y luego ver si surge algo.
Como digo, la cita fue genial, al día siguiente me escribió diciendo que había estado super bien conmigo y que esperaba que yo también lo hubiera pasado bien. A los días volvimos a quedar, y ya me encantó más aún. Atento, empático, sensible… Está lleno de «green flags».
El problema es que no me queda claro si le gusto o si solo me ve como una amiga. En la segunda cita me volvió a repetir que buscaba también conocer a gente para hacer planes, que le gustaba mucho estar conmigo porque no le presionaba y no quería ir «a saco».
Por cómo nos miramos, diría que hay una quimica brutal entre los dos, y una tensión sexual que se palpa, al menos en mi caso. Incluso él a veces hacía el amago de tocarme el brazo como quien no quiere la cosa, y yo estaba que me derretía.
Quiso acompañarme a casa, y claro, con lo que me había dicho antes, ni se me ocurría decirle de subir. Pues estuvimos hablando en el portal de mi casa una hora… Con risas, y unas miradas que me cuesta creer que sean de amistad.
Lo he comentado con gente, y les parece raro que no haya habido ni un beso en la segunda cita. Y me da miedo estar dejándome llevar demasiado por mis sentimientos, cuando no sé ni si es mutuo.
Me cuesta ser objetiva, es la primera vez que a mis 29 años me encuentro a alguien así que me guste tanto. Estoy en una nube.