En un momento de mi vida fui un apego ansioso de libro con dependencia emocional. Un imán para narcisistas, aprovechados y gente de ese tipo. Llegado al punto máximo de aguante de sufrimiento me hice la siguiente pregunta: no puede ser siempre culpa de los demás. Algo hay en mi y es mi responsabilidad arreglarlo para salir del bucle.
Me aisle y trabaje mucho, con un psicólogo y muchísima autocrítica amorosa, muchas conferencias , mucho tiempo hablándome a mi. Trabaje mi amor propio y mis límites.
Pasado ese tiempo, empecé a ver que pasaba en el ámbito emocional. Esta vez elegía yo y veía las banderas rojas de lejos. Yo soy una persona que está mejor en pareja, me gusta compartir. Pero me tomé mi tiempo.
Conocí a algunos hombres, la mayoría los descartaba, no me parecían muy sanos.
Y llegó él. Vino despacio, nos conocimos con calma. Tenía muchas perspectivas de vida como las mías. Hablaba con cariño de sus ex. Un tío asertivo y con mucha responsabilidad emocional.
La verdad me enamoré , no ha sido un amor intenso y de montañas rusas. Sino un amor estable que ha crecido con el tiempo.
El sexo genial, la comunicación de 10, me respeta, me prioriza. Con él saco mi mejor versión. Me parece atractivo (que coño, guapísimo!!). Las discursiones son comunicaciones con resultados, donde empatiza conmigo.
Me valora, me repite todos los días lo que le gusta de mi, y le miro a la cara y solo veo verdad. Siento un amor muy profundo. Confío en el, no siento celos. Actualmente vivimos juntos y la convivencia es maravillosa. Nos hemos adaptado genial cada uno a familia y amigos del otro. Nos damos espacios para nosotros sin el otro. Respetamos mucho los límites ambos.
Siempre hay un pero. Y es que mi cerebro es un puto yonki de las emociones extremas. No me entendáis mal, no echo de menos ese pozo de mierda donde bajaban en los malos momentos. Pero esos picos de pasión y devoción, no los siento. Y se que es más sano y me compensa, pero lo añoro. Yo sé que en realidad mis sentimientos por el son más fuertes y más verdaderos de lo que he sentido nunca. Y esa tranquilidad sin dolor debería resultar placentera… pues no, me resulta aburrida. He acostumbrado tanto tiempo a mi cabeza a subidones y bajones, que se ha vuelto adicta.
Yo quiero trabajar esto. Porque noto que me freno mucho más a la hora de dar que el y siempre había sido al contrario. De hecho, ahora casi tengo actitudes evitativas. No soy tan cariñosa como antes, ni tan detallista. Me muero de miedo a la hora de abrirme también, me doy cuenta que según avanzamos aparece más el.miedo a qué me pueda dejar y esta vez en vez de esforzarme parece que mi cuerpo me pide correr como pollo sin cabeza. Y todo suma.
Se que le amo, le respeto y me veo de abuelitos acurrucados riéndonos. Pero también se que trabajo esto, o no voy a ser justa y no le voy a dar todo lo que el se merece. Y quiero que el sea feliz.
Alguna idea??