Yo sólo vengo hoy a desahogarme.
Si ese infraser fuese mi vecino, bajaría a fundirle el timbre hasta que me abrirse para soltarle cuatro cosas, pero como probablemente no compartamos jamás la misma sala (por su bienestar físico, que así sea) pues vengo aquí a soltar está avalancha de frustración.
Que dice Pablo Casado que deroguemos la ley del aborto porque si no traemos hijos al mundo, nadie cotiza y no se pueden pagar las jubilaciones.
Que no es que hayan dilapidado el fondo de pensiones gestionando el país como el culo, nitampoco es que de miedo traer criaturas al mundo por la inestabilidad económica y laboral… Es que la culpa es nuestra porque nos mola abortar día sí y día también y claro, estamos condenando al español a la extinción.
Qué hiriente es que pretenda justificar su deseo de mercantilizar mi cuerpo. Qué sangrante es que no le de vergüenza hablar de robarnos el derecho básico a decidir si queremos correr el riesgo de traer una vida a este mundo. Qué lamentable es que él tenga el derecho de decir eso y yo vaya a la cárcel si le meto una patada en la boca.