Vivo fuera de España en un país muy pequeño con muy poquitos españoles. Como sabéis, estamos en semana de elecciones y para los residentes en el extranjero la embajada abre desde el miércoles hasta el domingo para permitir el voto. Y estas elecciones, como se ve que me aburro, decidí apuntarme como representante de UP en la embajada (algo así como interventora).
Al principio me pareció buena idea, pero según se acercaba la fecha empecé a dudar porque, bueno, son cinco días de trabajo gratis; pero especialmente porque soy traductora, la embajada es mi principal cliente, y sé que UP no es santo de su devoción, y me daba miedo de que al significarme como roja peligrosa me fueran a coger manía y me empezase a faltar trabajo.
Total, que el miércoles fui a la embajada un poco cagada. Como preveía, el canciller estaba muy hostil, me miraba mal, no me quitaba ojo y me decía cosas como: «llevamos años haciendo esto, no necesitamos que vengan los podemitas a incordiar, conocemos nuestro trabajo mejor que tú» (en las embajadas no hay mesa electoral sino que son los funcionarios los que llevan todo). Yo soy muy tímida y odio las confrontaciones, así que no le respondí nada.
El jueves por agradar me puse falda escocesa y pendientes de perlas, que viera que no me paso la vida quemando contenedores. Fue menos agresivo pero aún así un poco borde. A la salida, por la tarde, el ascensor estaba estropeado y ¿bromeó?: «te vas a quedar aquí encerrada toda la noche, estarás contenta, así puedes vigilar que no manipulamos los votos cuando tú estás». Como no sabía como reaccionar, le reí la gracia, y al menos él se sonrió un poco también.
El viernes él estaba de mejor humor, pero seguía con sus fachabromas raras para incomodarme. Vino un señor a votar que se había dejado el sobre reglamentario en casa y el canciller le dijo: «no diga la palabra sobre delante de Miren, que se altera» ?¿?¿?¿?¿ Y se me quedó mirando fijamente y me guiñó un ojo como si fuera una broma privada nuestra. Yo flipada, claro, porque a todo esto en estos días yo ni he abierto la boca sobre política, que me paso el rato leyendo o mirando el móvil y si viene alguien simplemente me presento y me pongo al margen por si necesitan ayuda. Pero bueno, yo le reía las bromas al canciller, y a él parecía gustarle que yo le siguiera el rollo.
Ayer por la tarde salimos los dos a la vez y como él ya se toma tantas confianzas le dije, cuando se abrigaba: «qué, abriga el fachaleco?», y enseguida me arrepentí, porque a lo mejor me había pasado, pero él se rió, se acercó, ME DIO UN BESO EN LA MEJILLA y se fue.
Me quedé picuetísima. Este es un señor de cuarenta y muchos, con su fachaleco, su pulsera con la banderita, su pelo engominado, su tripita cuarentona, su mujer mantenida, sus hijos de colegio privado… NO es ni remotamente mi tipo, pero cuando me besó os juro que me tiritó el clítoris y empapé las bragas. Totalmente inesperado. Vamos, que al llegar a casa tuve que tocarme porque estaba malísima.
Yo creo que en parte es porque llevo 4 días intentando caerle bien y mi cerebro se ha liado, pero hoy he tenido que pasar la mañana con él y estaba incomodísima, y mañana más! No quiero nada con él, por encima de todo porque es un señor casado y no es mi rollo, pero es que cada vez que me toca mi chichi da palmas, y vivo con miedo a que se dé cuenta.
Lo cuento un poco por desahogarme, pero si alguna ha pasado por algo similar agradecería sentir que no estoy loca ?