No sé ni qué cara he puesto cuando he abierto el regalo, sinceramente.
En mi grupo de amigas somos cinco y dos de nosotras siempre hemos tenido sobrepeso. Pues bien, la otra gorda que no soy yo, (vamos a llamarla Pilar) ha adelgazado muchísimo, ahora es ‘realfooder’, amante del crossfit y obsesionada con que todo el mundo que pasa por su vida lleve el mismo ritmo de vida que ella.
Y yo contenta con que sea feliz, pero por favor, que me deje en paz.
No es que yo sea aquí la persona que peor come del mundo, que de hecho me cuido bastante, pero colega, no me regales la báscula que te ‘ayudo a cambiar tu vida’, recomiéndala por el grupo de WhatsApp si quieres y ya si a mi me da la gana, pues me la compro.
Es que me he quedado de piedra, encima odio ser desagradecida y he tardado como cinco eternos segundos en poder reaccionar y darle las gracias (?)
Supongo que se ha dado cuenta, porque me ha dicho que si quiero que la podemos devolver y coger otra cosa y le he dicho que no, no pasa nada, que seguro que es súper útil.
Ya hablé con ella en Navidad y le dije que por favor dejara de insistirme y de darme lecciones que no le había pedido, pero nada, parece que el mensaje no cala.