Hacía muchísimos meses que no sabíamos nada de ella, tiene 20 años y a los 18 y pocos meses se fue de casa para nunca más volver.
Ella ha elegido un modo de vida que a nosotros no nos gusta, ni compartimos, hablando como personas llegamos a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era independizarse y alejarnos todos de todos.
Mi hija es una mujer muy inteligente, sabe perfectamente qué puede y qué no puede hacer y nosotros siempre hemos estado abiertos al diálogo. Ella quería vivir una vida de ‘poliamor’, sin responsabilidades, viviendo en un pueblo autoabasteciéndose, en una comuna con sus conocidos. ¿Me parece bien? No. ¿Llevaría yo ese tipo de vida? Ni mucho menos. ¿Por ello voy a amargarme el resto de mi vida intentando cambiar a alguien que no quiere cambiar? Pues por supuesto que no.
Nos sentamos a hablar los cuatro (su padre, su hermana mayor, ella y yo) y llegamos a la conclusión de que si ella era feliz así, viviendo en comuna en las montañas, que adelante, que se fuera, no iba a tener apoyo económico por nuestra parte, pero que cuando quisiera volver a casa las puertas estarían abiertas.
Pues bien, se fue en marzo de 2018 y la última vez que la vi fue en la Navidad de 2019 que vino de visita a casa unos días.
Pues bien, al parecer decidió deshacerse de su teléfono porque no la mantenía alejada de la naturaleza, no se conectaba a internet desde ningún dispositivo y escribirnos una carta al mes le parecía más que suficiente.
Pues el caso es que ayer nos llama el presidente de la comunidad de vecinos del edificio donde tiene mi madre el piso de verano, que como no paremos con el ruido por las noches y nos cortemos con el olor a marihuana iban a llamar a la policía.
Le dijimos que nosotros no éramos, que estábamos todos en nuestro pueblo, que ahí solo vamos en verano y me dijo que no le mintiera, que había visto perfectamente a mi hija la pequeña entrar con bolsas del mercadona.
Aún no he ido a hablar con ella, más que nada porque son algo más de cuatro horas de viaje en coche, así que tenemos que esperar al fin de semana porque mi marido no puede pedirse días en el trabajo con la situación que tenemos ahora mismo. Y de verdad, que no tengo ni idea de cómo afrontar todo esto, al parecer hay viviendo con ella diez personas y el olor a porros se huele desde la calle. Llevamos sin verla más de año, no sé ni cómo me la voy a encontrar…
Estoy muy nerviosa, llevo desde el sábado sin dormir, este ha sido un año muy duro para todos y yo no soy menos, no sé si tengo fuerzas para enfrentarme a lo que se viene…
Solo necesitaba desahogarme un poco y me que dijerais algo… Gracias por leerme, de verdad.