Reproducimos un testimonio que nos llega via mail:
Me regalaron una pistola de masajes musculares por mi cumpleaños. Fue un regalo inesperado, pero en mi familia varias personas recientemente la habían probado y hablaban maravillas de la pistolita. Suelo contracturarme a menudo, tengo mucho pecho, aunque llevo idea de hacerme una reducción de pecho, todavía no ha llegado el momento. La pistola va muy bien, al principio estuve una temporada usándola a diario y creo que me pase con las cervicales porque a menudo, si me hacía masaje en ellas, me dolía después mucho la cabeza. Luego, como todos los caprichos pasajeros un tiempo sin usar. Más adelante descubrí el maravilloso mundo de mover la grasilla del abdomen con la pistolita, y si tienes problemas para ir al WC, no veas que buena idea, te mueve todo el intestino y vas al baño de maravilla.
La guardamos en su maletín, porque cuando la compras viene muy bien equipada con su maletín y distintos cabezales con distintas formas, uno en forma como de bala, otro igual pero con la puntita torcida, otro plano como con grumitos, dos bolas redondas una blanda y otra dura, y uno en forma de U para la zona de las piernas y brazos. En las instrucciones dice que son cada uno para una parte del cuerpo diferente. Quizá por eso me dolía la cabeza, porque igual estaba usando el de la pierna para la cervical o algo peor.
El caso es que, tras un tiempo sin usarla, o eso creía yo, percibí que la pistola no estaba siempre en su sitio. Soy un poco maniática del orden y suelo darme cuenta de lo que de repente cambia de lugar o no se deja tras usarlo exactamente donde estaba.
Un buen día vi que mi hijo se había dejado la pistola sin recoger en su habitación y pensé «Que bien que a alguien de la familia le va bien esto de la pisolita», me fastidia que algo que te regalan con cariño, o que me compro yo misma, se quede sin darle uso, sobre todo con lo que cuesta todo en esta vida.
Voy notando que no es un día solo, mi hijo es despistadillo y olvida las cosas. También notaba que a veces me encontraba la pistola en el salón, y lo más curioso es que sin supuestamente darle uso, la batería se la tragaba, se gastaba y no la cargaba nadie.
Un día le pillé en plena faena, aunque él cree que no me di cuenta. No me escuchó entrar y allí estaba en su cuarto, dándole a la pistolita, no quise interrumpir su momentazo. No la usa por debajo de la ropa, de eso estoy plenamente segura, pero de que la usa para su placer, no me cabe ninguna duda, supongo que es la propia vibración del aparato lo que le provoca el placer, es muy jovencito todavía y se está descubriendo.
Me dan ganas de probar para comprobar si realmente es tan efectiva como lo es para calmar los dolores musculares, aunque no me extrañaría porque los diferentes cabezales y numerosos niveles de velocidad e intensidad darán para mucho seguro.
¿Qué hago? ¿La pruebo?