Los hijos no admiten una solución a medias tintas, no es como llegar a un acuerdo sobre si vivir a medio camino entre los padres de uno o de otro. Los hijos (uno o más) o se tienen o no se tienen. Y, si se tienen, tu vida tal como la conocías cambiará para siempre. Idealmente, debería cambiar la de los dos, pero la de la mujer cambia muchísimo más que la del hombre. Tu vida girará en torno a ellos, como tiene que ser. No se pueden devolver, no te puedes comprometer a medias en quererlos y criarlos.
Lo que quiero decir con eso es que si estás segura de que no tienes tener hijos, no los tengas. Si lo haces por compromiso, por tu marido, te joderás la vida porque el sacrificio y el cambio es tan absoluto, tan brutal, que en los momentos de bajón cuando no tengas ni un segundo para ti, saldrá el resentimiento hacia tu marido, porque los habrás tenido por él, no por ti. Y puede que tampoco reacciones bien hacia tus propios hijos, que no tendrán culpa de nada.
Tu marido tampoco tiene por qué renunciar a su deseo de ser padre. No tiene por qué renunciar a ello por ti.
Como te decía, no admite solución de compromiso. Si únicamente tienes miedo al parto, eso se soluciona con información. Si tienes miedo a que quiera tener familia numerosa y tú solo uno, es tan fácil como hablarlo y acordar que solo habrá uno. Pero si tu reticencia es más profunda, basada en causas que salen más de dentro, todas legítimas, eso no se cambia. O quieres ser madre o no.
Así que no hace falta que te digamos que lo dejéis. Lo dejaréis vosotros mismos cuando los deseos opuestos se frustren. Y mejor pronto, porque así él aún encontrará a otra mujer con la que ser madre y tú podrás seguir tu vida sin sentir que estás perpetuamente en el limbo. Si no lo dejáis, será un motivo de amargura a largo plazo, que os echaréis en cara con la edad, ya sea el no haberlos tenido, por su parte, o haberte presionado para tenerlos, por la tuya.