Hola a todas, escribo por aquí porque quiero desahogarme y creo que encontraré la comprensión que necesito (o el golpe de realidad si hiciera falta).
En un resumen rápido, es bastante probable que esté pasando una depresión (es algo que me ha costado años admitir) y la razón de ello es mi padre y su muerte.
He vivido bajo violencia machista durante casi toda mi vida (21 años hasta que mi madre se fue), era violencia psicológica, control y celos por parte de mi padre, a mí nunca me puso una mano encima, al contrario, él se desvivía por mí y por mi hermano, por lo que tengo buenos recuerdos con él.
Creo que él estaba pasando por una depresión debido a su enfermedad a que no supo superar la muerte de mi abuela (cáncer).
De mi joven le diagnosticaron espondilitis anquilosante, y él se refugió en el alcohol y las drogas, según me han dicho ya de mayor, cuando fue padre dejó esa vida de lado, pero a medida que fueron pasando los años volvió poco a poco.
Me he pasado muchísimos años sin beber alcohol y rehuyendo las ocasiones en las que se consume porque era incapaz de sentirme cómoda entre gente borracha. Aún hoy mis amigos y mi pareja sabe que no pueden contar conmigo si se la cogen gorda.
Mi madre aguantó sus celos, sus gritos y su control antes de que llegara a las manos durante casi 25 años de matrimonio, hasta que le tiró el teléfono a la cara y le dejó el ojo morado, creo que ese fue su límite.
El caso de mis padres no era precisamente el normal, mi padre no trabajaba por culpa de su enfermedad y su poco empeño, era mi madre la que trabajaba, tenía su coche, pero aún así estaba atada, aunque yo le dije varias veces que debería dejarlo.
Después de eso, como es normal, mi padre intentó que volviera, con amenazas, dando pena, diciendo que iba a cambiar y que no podía vivir sin ella (lo típico). Mi madre no denunció esa agresión, la denuncia fue tiempo después porque llevo una navaja enorme que tenía en casa a buscarla a casa de mis abuelos.
Mi padre pasó esa noche en el calabozo, pero mi madre se arrepintió y, aunque podíamos tener pruebas de que era verdad (mi padre escondió la navaja antes de que llegara la policía), ella decidió no decir nada, por lo que quedó libre, sin orden de alejamiento.
Después de eso, todo mejoró un poco, dejó de acosar a mi madre, y yo lo veía de vez en cuando que me llamaba para sacar a los perros.
Aunque el acoso era menor, seguía teniendo cierto control (la llamaba de vez en cuando, le hacía saber que había descubierto donde vivía, aparecía cuando le daba la gana y seguía pidiéndole cosas a ella). Obviamente esta situación pasó factura para mí, aunque mejoró mucho cuando me fui a estudiar fuera y me alejé de la ciudad y de mi familia.
Cuando quedaba con él, me contaba como le iba, que se había hecho amigos de los dueños de un bar al lado de mi casa (por ese entonces vivía solo) y que comía allí, también me contó que había empezado a vender coca porque con su paga de minusválido no le daba para vivir. Yo ya estaba cansada de todo lo que había pasado, de haberme pasado toda la infancia pidiéndole que no fumara, que no gritara y que no bebiera, así que solo le dije «pues bien por ti».
Eso fue lo que le mató. En las ferias del pueblo se la cogió tan grande de drogas y alcohol que cayó de espaldas, haciéndose una fisura en las vértebras dos y tres (su enfermedad le había provocado osteoporosis, pero como no iba a las revisiones nunca lo supimos).
Me avisó mi tía y tuve que volver corriendo (yo estaba en ese momento en las prácticas). Las vértebras habían presionado una arteria y tuvo un infarto cerebral, cayó en coma y estuvo casi una semana en la UCI hasta que decidimos desconectarme.
Esa semana la pasé fatal, sin apenas comer, viviendo en el hospital. Después de que pasara todo y viendo todo con perspectiva me sentí aliviada por lo que pasó, porque él ya no estaba y yo tenía una preocupación menos.
Al principio no me di cuenta del daño que me hacia, pero ahora (más de dos años después) me doy cuenta de la factura que me ha pasado. Porque por un lado me siento culpable de sentir alivio por la muerte de alguien y a veces incluso lo echo de menos y sé que por culpa del sentimiento de culpa no he podido superar el duelo de su muerte.
Perdón por el tocho, pero ahora me siento mejor por soltarlo, actualmente ya estoy buscando ayuda profesional, porque finalmente me he dado cuenta de que no puedo solucionarlo todo sola, que fue precisamente uno de los problemas de mi padre, nunca dejarse ayudar. Y yo no quiero ser como él.