¡Hola! Sigo esta página desde hace mucho tiempo y leo también muchas historias de aquí. Hoy me toca a mí contar la mía. Sé que vosotros no tenéis las respuestas, pero estoy fatal. Necesito desahogarme.
Soy usuaria habitual de las aplicaciones para encontrar pareja. Mi vida social es bastante reducida. Tengo 48 años y mis amistades están todas emparejadas o con otras vidas diferentes a la mía. Salgo poco. Mis oportunidades de conocer chicos son muy reducidas. Pensando en que podría ser que hubiera algún chico que buscara lo mismo que yo, me motivé a abrirme perfiles en algunas de ellas, pero tras varias experiencias a cual más desastrosa, estoy pensando en tirar la toalla porque veo que las aplicaciones están llenas de mentiras que hacen mucho daño. Especialmente después de mi última historia. Os cuento:
Hace unos meses en una de estas aplicaciones me llamó la atención el perfil de un chico que no era de mi zona (yo no busco hombres de muy lejos). Al ver que tras varios días me seguía apareciendo cerca, decidí escribirle. Por lo visto había pasado por mi ciudad de camino a la playa que es donde vive su familia y la app lo dejó anclado ahí y por eso me aparecía tan cerca. Ambos nos dejamos claro que no estábamos buscando a nadie de lejos, pero seguimos hablando, nos caímos bien y nos dimos otra red social para hablar fuera de la aplicación. El feeling iba creciendo según los días. Todo era bonito, pura magia. Se creó entre nosotros una complicidad muy difícil de explicar, algo bonito. Creamos una necesidad de escribirnos a diario, dándonos los buenos días, las buenas noches, contándonos nuestra vida… Se creó una ilusión, lo de las mariposas en el estómago y esas cosas que raras veces suceden.
Pasaron los días y llegó el momento de volver a donde él vive. En ese viaje pasaba por mi ciudad, por lo que me propuso quedar a tomar algo. Ambos teníamos muchas ganas de ver si esa conexión en realidad era tal. Así que nos conocimos en persona y he de deciros que, cuando lo vi bajarse del coche, estuve a punto de marcharme de lo nerviosa que me puse porque superaba todas mis expectativas y estaba mejor que en foto, convencida por los nervios de que él no sentiría lo mismo cuando me viera. Pero cuando se dirigió a mí y vi que me decía «´¡Qué guapa!» al mismo tiempo que le brillaban los ojos, supe que tenía que quedarme y vivir ese momento.
La cita fue perfecta. No paramos de sonreírnos en todo el tiempo, de mirarnos, de hablar… la conexión fue absoluta, mucho mejor de lo nunca pudimos imaginar. Lo que en un principio iban a ser unas cañas, fue eso, más un café, un paseo enseñándole mi ciudad, volvimos a parar en otra terraza a tomar algo… A pesar de que le quedaban 200 km para llegar a su casa, se notaba que no se quería ir. Los dos estábamos tan a gusto, que terminamos en mi casa. Tuvimos sexo y éste fue de otra dimensión. No hay palabras para describir cómo se puede encajar tanto con una persona sin haberse visto antes… En fin, imaginad todo lo bonito que podáis… hasta que llegó la hora de marcharse para continuar su viaje.
Al día siguiente, recibí un mensaje suyo diciéndome que todo le había parecido perfecta, que tengo todo lo que busca en una chica y que quería seguir conociéndome. Por lo que seguimos con nuestros mensajes habituales y llamadas de teléfono. Hasta que me preguntó por mis planes para el fin de semana siguiente y le dije que no tenía ninguno, pero que me moría de ganas de volver a verlo. Él me dijo que le pasaba lo mismo. Y me propuso quedar porque tenía que volver al sitio donde vivía su familia, así que lo organizó todo para pasar conmigo el viernes y la mañana del sábado, se iría después de comer.
De nuevo la cita superó nuestras expectativas. Visitamos un sitio con encanto cerca de mi ciudad y pasamos allí la tarde viendo cosas. Cenamos en ese sitio y todo fenomenal. Él, un caballero en todo momento, no me dejaba pagar nada, me trataba con una delicadeza y un cariño que no era normal, cogiéndome de la mano todo el rato, orgulloso de pasear conmigo así, besándome… Me sentí en todo momento como la protagonista de una película, de verdad. No creía que eso me estuviera pasando a mí. Y no sólo por el sexo, que era magnífico, eran también los momentos que compartimos.
Pero pronto llegó la parte fea. Una vez en mi casa, llegado el momento de dormir, vi que se agobió bastante. A ver, a todos/as nos ha pasado que la primera vez que dormimos con alguien no pegamos ojo por la emoción del momento. Creo que es lo más normal del mundo porque yo tampoco podía cerrar los ojos y dormir, más aún cuando vi que él llegó hasta a ponerse de mal humor. Cuando se hizo de día, me dijo que se iba, que prefería hacer el viaje y dormir cuando llegara a la casa de su familia y yo le dije que me parecía una locura, pero cuando alguien no se quiere quedar, es mejor no obligar aunque sea a tu pesar. También me dijo que tampoco pararía a la vuelta el lunes, como habíamos quedado en un principio, cosa que me entristeció bastante. Así que se fue y yo me quedé con un sabor bastante agridulce, mi cabeza se llenó de dudas pensando qué es lo que podría yo haber hecho o dicho para agobiarse tanto.
Mis dudas crecieron más cuando vi que en los días siguientes empezó a mostrarse esquivo conmigo, ya no escribía tanto, cortaba las conversaciones, etc. Empecé a no entender nada, pero agoté mi último cartucho y le escribí diciéndole que me encantaría que parase cuando pasase por mi ciudad el lunes, aunque fueran cinco minutos para darnos un abrazo… Soy así de cabezona, me gusta intentarlo hasta el final. Sólo me contestó que se lo pensaría, pero sin asegurar nada, así que yo pensé que no y que esto se iba al garete. A la tarde me sorprendió llamándome y diciéndome que le quedaba una hora para llegar a mi ciudad y en el sitio en el que pararía a tomar algo. Nos vimos, fue un rato cortito, pero no dejó de besarme y cogerme las manos, con la misma ternura que el viernes anterior.
Yo me quedé más tranquila y seguimos con nuestros mensajes, hasta que volví otra vez a verlo esquivo y empezó a no gustarme. Creo que somos lo suficientemente adultos como para decir cuándo algo nos molesta, o nos agobia, o si no lo vemos claro… No sé, creo que no exagero con este tema, pero a una persona a la que no estás viendo, no la puedes tener con esas dudas y mostrando cierta frialdad cuando le has generado el hábito de hablar y compartir momentos en la distancia como algo habitual.
Quizás sea yo muy impulsiva, pero decidí llamarlo para aclarar el tema. Y se enfadó muchísimo conmigo, hasta tal punto de decirme que ahí lo dejábamos y que no quería seguir, que había sido un error todo eso y que no quería tener una relación a distancia, que eso lo tenía muy claro. A mí me dio por llorar, no podía parar, en ese momento me di cuenta del sentimiento tan fuerte que tenía por él. Pero cuanto más lloraba más borde se ponía conmigo. Así que dijo que se iba a dormir y, sin dejar nada claro, cortó la llamada. Esa noche no pude pegar ojo, pensando que todo había acabado y que cuanto antes lo asumiera, mejor.
Sin embargo, a la mañana siguiente, recibí el mensaje de «buenos días» de cada mañana, como si no hubiera pasado nada y las cosas volvieron a ser como antes. No paraba de decirme lo que yo le gustaba, lo bien que le hacía sentir, la telepatía que parecía que sentíamos los dos… En fin, no me quiero repetir. Con el paso de los días todo volvió a nuestra normalidad y me hizo saber que el día del Pilar iría a verme para pasar la jornada conmigo.
¿Quién se hace 200 km de ida y otros tantos de vuelta por alguien que no le importa? Me pareció todo un detalle y me hizo sentirme muy halagada. El día de nuevo fue perfecto, a pesar del madrugón. A las nueve de la mañana ya estaba en mi casa, pasamos toda la mañana juntos y, a pesar de lo caballero que era conmigo, creí que era de justicia invitarlo a comer por el detallazo de la visita. Pero… de nuevo la parte fea, terminando de comer me dijo que se iba ya, que no quería pillar tráfico y me cortó el rollo porque no era lo que había dicho en un principio y, era ya la segunda vez que me hacía lo mismo: cortar un plan para salir pitando. No entendía nada, pero tampoco se lo dije porque no quería liarla y estropear el día, sin saber que el día ya estaba estropeado, no sé qué pasó ni qué hice o dije para llegar a eso. Pero desde que llegó a su ciudad cambió su actitud por completo… En los días siguientes, apenas decía nada, si yo le escribía me dejaba en visto y no decía más.
Ante eso, decidme vosotras, ¿eres una paranoica si preguntas qué pasa, si no entiendes nada, si te preocupas o si te agobias? No quise parecer una paranoica controladora, por lo que lo dejé a su aire, si no quería escribir, mejor no insistir, tampoco lo llamé, pero de la presión y el agobio que yo tenía de no entender nada, no podía pegar ojo.
Estuve así varios días y una tarde me tuve que ir a urgencias con un ataque de ansiedad. Me hicieron pruebas, incluida una analítica y… ¡sorpresa! ¡Positivo en embarazo! No sabía cómo decírselo. Él seguía escribiendo a cuentagotas. Y yo cada vez más agobiada. Una noche intenté iniciar conversación para decírselo, pero sólo me contestó un par de palabras.
A la noche me volvió a dar otro ataque de ansiedad en casa y ya no fui al médico, simplemente le escribí diciendo que no entendía nada de lo que estaba pasando, que llevaba varios días intentando hablar con él, pero que me estaba matando ver su frialdad y que estaba consiguiendo hacerme sentir muy mal. Por la mañana cuando vio los mensajes se enfadó bastante y me dijo que qué chorreo de mensajes era ese, que él no me tenía que dar explicaciones si no le apetecía escribirme y que si yo no lo entendía era mi problema.
Sólo le contesté que me iba urgencias, él me preguntó qué me pasaba y le dije que llevaba varios días muy mal, que había ido a urgencias y que me había encontrado con un positivo en las pruebas de embarazo, ya contrastadas con varias pruebas de la farmacia… que había estado intentando hablarle estos días para decírselo pero que con su actitud tan fría no me había quedado más remedio que decírselo así. ¿Sabéis cuál fue su respuesta? Bloquearme. Así sin anestesia. Desde ese momento, estoy bloqueada de todas las formas posibles en las que puedo ponerme en contacto con él. No puedo llamarle, ni escribirle, nada. Ha desaparecido y me ha dejado aquí con el marrón. A ver, tengo 48 años y me puedo permitir por suerte costearme un aborto porque la primera que no quiere seguir con esto soy yo, pero estas cosas son de dos y no me parece justa su reacción.
Perdonad la parrafada que os he metido. Evidentemente no tengo con quién desahogarme ni a quién contarle esto. No seáis muy duras conmigo. Probablemente me diréis lo que yo estoy pensando, que lo más probable es que este hombre tenga pareja como los muchos que hay en las aplicaciones que buscan echar una cana al aire, o no, lo mismo es así y ese es su modus operandi, el de encandilar y luego desaparecer. Supongo que no soy tan especial como me pintó y que esto se lo dirá a todas. Sea lo que sea, creo que nunca lo sabré. En mi afán de encontrar respuestas, he buscado información sobre él en Facebook, Instagram, etc y absolutamente nada, como si no existiera.
El caso es que yo ahora mismo estoy rota y con una desesperación y una ansiedad alucinantes.
Gracias por leerme.