A ver, superas un cáncer y se queda una obvia secuela psicológica post traumática. Cuando tu padre muere de ello, una persona por la que, además, tienes sentimientos muy fuertes e intensos, se ha acumulado todo: la bajada de defensas por todo lo que suponen para ti tu padre y su muerte, que ya de por sí supone un incentivo suficiente como para que los viejos fantasmas cobren fuerzas, junto con a que, además, se muera del mismo cáncer que tú padeciste.
El duelo es doloroso y requiere de su proceso, mucho más en circunstancias tan delicadas. En principio no hay terapia ni método para que eso mejore, porque un duelo «solo» requiere de tiempo y asimilación. No existen atajos para saltarte escalones.
En cuanto a cómo superar toda esa carga emocional negativa que sientes hacia él (porque es algo que evidentemente necesitas sanar), podrías recurrir a terapia psicológica, pero es solo si por ti misma no logras reconciliarte con la situación de forma que no te haga daño. Lo cual también necesita de su tiempo, puesto que la sanación de este tipo de problemas suele pasar por el entendimiento y el perdón (a él y a ti misma).
Lo otro yo creo que es un efecto secundario lógico de la situación que se irá mitigando en medida que todo lo demás lo haga.
Hace unos meses un médico también me dijo que creía que tenía cáncer y mi mundo se vino abajo. Lo pasé fatal porque además el médico era malísimo y pese a que las pruebas al final dieron negativo, él me llamaba todas las semanas para preguntarme si no había mandado a analizar otra vez la biopsia porque él seguía convencido.
Total, toda esa situación me supuso un estrés emocional enorme que me llevó a estar como tú: rayada todo el rato pensando que tengo cáncer y que me iba a morir pronto, sintiendo dolores por todas partes, yendo al médico para nada, viendo problemas donde antes no los había… un sin vivir.
Fui a terapia, pero admito que lo que más me ha ayudado contra esos miedos ha sido ¡vivir!. Ir a sitios, meterme en proyectos nuevos, salir y, sobre todo, cuando volvía a rayarme otra vez, no darle vida a ese pensamiento. Dejarlo que venga y que se vaya sin intentar luchar contra él ni juzgarlo.
Y sí, yo también tengo un padre capullo con el que tuve que aprender a perdonarle a él y a mí misma (por haberle querido, creído en él, mantenido cierta esperanza…) para poder estar en paz conmigo misma y pasar página.
¿Hay algún proyecto que te haga mucha ilusión y que lleves mucho tiempo aplazando a otro momento? Pues ahora es el momento de hacerlo. Eso y mucho, muchísimo cariño hacia ti misma, comprensión sin reproches y cero presión hacia ti misma. Lo que sientes lo sientes por algo, respétalo, déjalo estar, entiéndelo y ya verás cómo, cuando te des cuenta, se habrá ido.
Tómalo como una etapa para reconstruirte, quererte, conocerte y consentirte.
Un abrazo.