Como no puedo dormir por este tema… Os escribo, por si alguien, sabe qué debo hacer. Porque yo estoy muy perdida.
He conocido a un hombre maravilloso. Es dulce, amable, respetuoso, cariñoso, besa como pocos, me hace sentir como nadie.Y estoy muerta de miedo.
Llevo toda mi vida adolescente y adulta rodeada de cabroncetes. De esos, que a la media hora ya se me lanzaban encima. De esos, que sabían antes mi talla de sujetador que el color de mis ojos. De esos, que sabía que no durarían y justo por eso me lanzaba de cabeza.
Sabía tratar con ellos. Lo que debía esperar y lo que no. Sabía salir ilesa de cada una de esas llamemoslas relaciones, aunque rara vez superaban los 4 meses.
Pero ahora, estoy tan perdida que inconscientemente busco la forma de alejarle de mi. Absurdo, lo sé. Al fin y al cabo, si te gusta alguien quieres que esté en tu vida, no echarle. Pero me he dado cuenta que en los dos meses que llevamos viéndonos le he contado lo peor de mi. Esos detalles, que solo las amigas que me acompañaron en esos momentos saben.
Le he contado lo peor y no ha salido corriendo, mi infancia. Llena de gritos e insultos a la mujer más importante de mi vida. Mi adolescencia. Llena de comentarios por mi físico, y los gritos que se convirtieron en golpes para ambas.
Y mi edad adulta, alcanzada con solo veinte años cuando supe que estaba embarazada la misma noche que lo perdí a manos de mi padre. Ojalá te pudras allí donde estés.
Le he contado mis rarezas. Esas con las que todo el mundo bosteza o cambia de tema. Y él ha preguntado sobre ellas, con genuina curiosidad.
Me ha agarrado por la cintura y me ha robado el aliento en un beso que no se puede comparar a ninguno que me hayan dado en mis 29 años…después de preguntarme, con esa sonrisa que hace que se le dibujen unas arruguitas junto a los ojos si podía hacerlo.
Hemos hablado durante horas sobre libros, películas y música. Hasta que nos dimos cuenta que la cafetería se había vaciado y que una muchacha nos miraba desde el mostrador deseando desinfectar y marcharse a casa.
Me ha acompañado hasta mi puerta como si fuéramos unos adolescentes y no se ha autoinvitado jamás a «tomarse la última».
Y… Estoy tan asustada que quiero llorar. No sé como actuar. No sé si merezco algo tan maravilloso. No sé si me lo merezco a él.
¿Como condenas a alguien tan bueno a noches de insomnio por culpa de algunas pesadillas? ¿Qué clase de persona egoísta soy si le dejo quedarse en las ruinas que tengo por vida? ¿Como me obligo a desaparecer y no echarle de menos a cada rato? ¿Como hago lo correcto cuando lo que quiero es que me abrace y no me suelte?