Mi familia no se habla desde verano cuando falleció mi abuelo, se han vuelto todos locos con la herencia, se han llamado ladrones, aprovechados… se han metido los maridos/mujeres de por medio y si se ven por la calle ni se hablan.
La última vez que estuvieron todos juntos (mi abuela hizo reunión para hablar las cosas y que estuviéramos todos delante) acabó todo como el rosario de la aurora.
Todo gritando, insultando, la abuela llorando y diciendo que ella no los había criado así, que el dinero es un cochino y que hubiera preferido que su Ramón no les hubiera dejado nada.
Los hijos estábamos flipando, yo no he visto así a mis padres en mi vida, sobretodo a mi padre, que jamás me ha levantado la voz en mis casi treinta años, pues allí parecía María Patiño le iba a explotar la vena.
Hemos intentado hacer de todo para que se reconcilien y no hay manera, así que hemos tomado la decisión unánime de que vamos a cenar todos los nietos con la abuela y sin nuestros padres en Noche Buena.
Ella está super pesada con que vengan, que seguro que nos arreglamos, pero es que ni de coña y para que nos fastidien una de las noches más bonitas del año pasamos. Porque se ven por la calle y ni se saludan, imagínate cenando los seis en una misma mesa… quita, quita.
Hemos hecho el primo invisible y nos vamos a regalar todos entre nosotros.
Me muero de pena, cuando se lo dije a mis padres se pusieron a la defensiva, que cómo no iba a cenar con ellos… y se lo dije, que si se pedían perdón entre todos y volvían a ser adultos cenaríamos todo y nada, que no, ‘si quiere tu tía que venga ella’.
Pues ale nada, a cenar todos solos en sus casas mientras la abuela llora.
Qué asco de herencias, de verdad.
Ya le hemos dicho a la abuela que lo deje todo atado en vida, que nada de que se pongan ellos a repartirse porque tela.
¡Viva la Navidad!