Todos y todas cuando éramos pequeñitos, más bien unos mocosos, soñábamos con lo que queríamos ser en la vida, y como no, lo que queríamos tener.
Pues queridos míos muchos de estos pensamientos se truncan sin saber muy bien el motivo, o sí quien sabe.
Al terminar mis estudios en la educación obligatoria (E.S.O), sin apenas poder darme cuenta y mucho menos tener la oportunidad de despedirme de los que habían sido mis compañeros y sobre todo amigos, me vi con todo lo que tenía al igual que mi familia y cambiar radicalmente mi vida.
Quizás sea un poco exagerado expresarlo de esta forma cuando simplemente cambias de vivir en la ciudad, concretamente Málaga y verte en el pueblo de la misma ciudad donde habías iniciado amistades durante años.
Pero sí, es complicado para una persona como yo que le cuesta tanto afianzar amistades y con tan sólo 16 años verte en otro lugar que simplemente visitaba en ocasiones especiales.
Mis primeros años fueron menos dolorosos que el día que tuve que dejar definitivamente el que había sido mi barrio durante bastante tiempo. Ahora todo ha cambiado y con la edad que ahora presento (29 años ni más ni menos) me encuentro totalmente estancada.
Realicé con toda mi ilusión mis estudios en la universidad yendo y viniendo todos los días, es decir, que pasé más horas en transporte que todo el sexo que podría haber tenido hasta ese momento. ¿Y por qué me siento así, supongo que os preguntaréis? Pues porque odio literalmente donde vivo, soy chica de costa, me encanta oler el mar, llenarme los pies de arena cada verano e invierno también, estar todo el verano con el “chocho” en remojo y estar a mitad de junio morenita cubana.
Además de mi pasión por la playa, aunque sea una gordibuena, la disfruto igualmente como todas obviamente. Todo ello, y el hecho de vivir donde vivo actualmente me limita en relación con las pocas amistades que llegué a tener gracias a un trabajo que precisamente me salió en la costa. Horarios de trenes, tener que buscar una combinación para volver, en fin, etc. un sinfín de mierdecillas que como he expresado me están limitando para seguir con mi vida o al menos poder mantener la poca vida social que tengo, sin contar que estoy desesperada buscando trabajo porque “aquí” estás muerta laboralmente.
Pensareis…¿una alegría no? Pues sí, al menos para mí sí, porque literalmente no me encuentro, lo único que tengo claro es en poder vivir en la costa, un pisito chiquito con mis tres tonterías y mi trabajito que no me haga pensar más de lo que lo hago actualmente. Espero no ser la única persona en este mundo que se sienta así.
Todo esto son simples reflexiones de una chica simpática con buen carácter cuando no estoy con la regla, y que me ayudan a expresar por lo que, a día de hoy me tiene un poco amargada.