Patada en Santiago de Cuba

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    Inca on #262742

    Me cogí las vacaciones en abril y me fui a Santiago de Cuba a ver a una tía que tenía por allí. Mi pensión se llamaba Changó Royale y estaba en una calle ancha, limpia y con unos jardines muy bien cuidados. El sol brillaba y hacía destacar los coches antiguos que circulaban por allí.
    Entro a la pensión y veo al recepcionista, un hombre de unos 35, blanco, con el pelo negro y brillante y los ojos marrones. Era alto y delgado, pero sus manos me llamaron la atención desde el principio. Eran las típicas manos robustas de la gente del campo, pero sin dañar.
    Buenos días señorita. En qué la puedo ayudar?
    Tenía una habitación reservada aquí.
    Cómo se llama?
    Cherry…
    Lázaro.
    Vaya…no se suele quedar mucha gente por aquí no?
    Eres la única por la C ahora mismo
    Mira por dónde
    Segundo piso, la puerta del fondo a la derecha.
    Gracias.
    Camino con la maleta hacia la escalera para subir y oigo que me habla desde atrás:
    ¿Te ayudo con el bulto?
    No no, gracias.
    Él no respondió y subí. Al llegar veo que está saliendo de mi habitación una chica, morena de piel, con el pelo largo trenzado y un culo que era imposible no mirar.
    Buenas, acabo de terminar de limpiar.
    Gracias.
    Cualquier cosa avisa por el teléfono si? Subiré en seguida.
    De acuerdo.
    Entré y dejé la maleta junto al balcón y me quité la rebeca, me solté el pelo y saqué un cigarro de la caja. Lo encendí y me alongué sobre el balcón a fumar. Cuando llevaba medio cigarrillo sale el recepcionista a la calle a hablar con un transeúnte y le veo desde el balcón. Él sólo me miró una vez pero luego me ignoró por completo. Yo sin embargo no pude quitarle el ojo de encima. Terminé el cigarrillo y al entrar me fijo en que la empleada que me estaba limpiando el cuarto me estaba mirando a mí. No sé durante cuándo lo estaría haciendo, pero sentí que lo tenía todo a mi favor.
    Entré y me senté en la cama a descansar. Me miré las piernas y la tela amarilla de mi vestido sobre ellas, y empecé a sentir calor en partes del cuerpo que llevaban algún tiempo dormidas. Doblo las rodillas y me abro de piernas, y tras mirarme en aquella posición en el espejo que había justo en frente de la cama, conté hasta tres, cogí el teléfono y tras oír a la recepcionista preguntando qué quería dije:
    Al recepcionista.
    Tal cual colgué, pensando que había hecho el ridículo y que tenía que tirar de mano. De hecho, mientras lo pensaba ya estaba tirando. Pero no sé cómo ni por qué el maromo llegó a mi puerta. Tocó dos veces con una separación de tiempo, y a la tercera le oí preguntar qué necesitaba desde el pasillo. Cuando abrí la puerta me encontró en tanga y en bralette y tras diez segundos de mirarme a los ojos, dice:
    Eloína, ponte tú ahí.
    Entró, se sentó en la cama y siguió mirándome a los ojos, serio, y volvió a preguntar que qué quería.
    Hazme un mojito.- le dije.
    Hágaselo usted.- me respondió.
    Bajé a la recepción tal cual, y la empleada había cerrado la puerta de la calle. Dijo que estaba fregando y que no quería que entraran de fuera a embarrarle el piso.
    Entré en una cocinilla bastante pequeña e hice el mojito, tal y como mi tía me había enseñado, y lo subí. La puerta de la habitación seguía abierta y cerré tras de mí. El maromo no se había movido del sitio y tampoco había cambiado su expresión. Le extendí el mojito para que se lo tomara.
    Siéntese, me pone nervioso estando de pie.- me dice.
    Me siento de cara a él, lo más pegada a su entrepierna posible, y le empino el vaso en la boca. Cuanto más lo empino, más me inclino hacia delante para sentirle más. El muy cabrón se tragó todo el líquido de una, y aún sin desviar la mirada ni cambiar de expresión, me dice: “¿Y ahora qué quiere?”
    Le empujo sobre la cama y me siento en su cara: “acompaña la bebida”. Empezó a soltar un rollo bastante extraño pero lo soltó bien:
    Mi familia tiene una cosecha de higo en santiespíritu. Repartimos por toda la isla. – Eso de la isla lo dijo empezando por tocarme los pies. – Era de mis tatarabuelos, ¿sabe usted? Luego pasó a los bisabuelos, los abuelos, mi padre y mis tíos… – subió las manos por mis piernas hasta llegar a mi culo- pero mamá se dedicó más a los hoteles, y yo seguí por ese camino, lo que más relajado. – y el muy suyo me metió una nalgada que supongo que Eloína habría escuchado desde la recepción. – De todas formas, mis hermanos y yo no consumimos otro higo que no sea ese. Pero es porque tiene unas características concretas. Otros no nos sirven. – lleva una mano a mi tanga y me empieza a sobar por fuera. – cuando los tocas ves la calidad, se sabe que por dentro están buenos. Los apretas un poco para saber si están maduros – hace presion sobre mi garbanzo y se me escapa un suspiro algo profundo, pues estaba más caliente que la chapa de los coches bajo el sol caribeño.
    – Espero no estarla aburriendo señorita Lázaro.
    Le miré con la cara de mayor mala leche que podía poner en ese momento y él siguió con su historia.
    Hay quien les corta un cacho porque no se atreve a morderlos directamente. – y me mete un dedo por el tanga – Algunos se guían por el olor, otros por el aspecto. – arrima el tanga – Y si vieras a los mayores. Como niños chicos, echan lengüita- pone el tanga en su sitio y me pellizca con los labios por fuera de él.
    Yo no aguantaba más y le seguí el rollo para que dejara de hacerme sufrir:
    ¿Y cómo comprueban que en verdad es bueno? – siento una humedad repentina a través de la tela y vuelvo a suspirar.
    Pues la mejor forma es estando relajado. Uno se concentra mejor.- me quita de encima de él y me acuesta bocarriba. – Mi padre y yo nos botamos bajo el cocotero de la entrada y nos lo comemos – siguió tocando por fuera del tanga.
    ¿Por qué en la entrada? – Pregunté yo con tono de excitación.
    Para dar publicidad. – mete un pulgar por dentro del tanga y empieza a moverme el garbanzo en círculos. No puedo evitar poner los ojos en blanco y suspirar hondísimo.
    Así nos quedamos cuando el higo realmente es bueno. – dice con cara de burla, como disfrutando de mi cara de placer
    ¿Y qué pasa cuando hay tormentas tropicales? – digo con dificultad.
    Uf señorita, si la humedad aumenta demasiado hay que pensar rápido – aumenta la velocidad del pulgar- porque si no se pudren. -y me mete dos dedos en la vagina.
    Suelto un gemido que no pude ni quise contener y me apoyo sobre los codos.
    Sí, es desconcertante. Una vez perdimos una cantidad importante de ejemplares, pero al menos las ratas se los comieron. – metía y sacaba los dedos continuamente y con fuerza mientras me comía todo el coño.
    Entre tanto cachondeo, se me pasó por la mente un chiste muy malo:
    ¿No reacciona el personal de medioambiente ante tal desastre? ¿No se meten hasta el fondo del asunto para investigar la solución?
    Se sienta, me tira de los brazos para que me levante, me coge del pelo, apunta mi cara a su entrepierna y me dice:
    Se cabrean, pero no están lo suficientemente capacitados para hacer algo al respecto, así que necesitan mucho tiempo para pensar.
    Yo, a cuatro, con la cabeza más baja que mi culo y las piernas temblorosas, le miro a los ojos con cara de estar medio destrozada y mientras le rozo el plátano con los labios por fuera del pantalón, le pregunto:
    ¿Y si se les motiva?
    Vale más cambiarlos por personal más competente -dice bajándose la cremallera- pero están todos en otro lado haciendo cosas más importantes. Total, con el clima de aquí se pueden recuperar pérdidas relativamente rápido.
    Cuando me llegó el olor a cipote mi coño pasó de ser el Charco Azul a ser la laguna de Barlovento. No podía más y pegué un lametazo desde los huevos hasta la punta. Me llevé la mano izquierda al tanga y seguí tocándome por fuera, mientras me comía el plátano del recepcionista con erotismo, como si fuera a mí a la que se lo estuvieran comiendo. El maromo no me había sacado la mano del pelo, y en una de éstas me empujó la cabeza hasta que me entró toda su polla en la boca. Yo chupaba y él me controlaba la cabeza como un yoyó. Sentía las contracciones que experimentaba en mi boca y me excitaba cada vez más con cada chijo. Al rato el maromo me puso a cuatro de espaldas a él y me soltó:
    No me gusta que me hagan sentir inútil.
    En realidad yo…oh joder. – me cortó la frase un gemido debido a una embestida.
    Sentía su polla entrar y salir acompañado de los sonidos del choque de nuestras pieles y el de la abundante humedad en mi sur. No sabía ya en qué centrarme. Si en la hombría del maromo, su fuerza, su polla, el ambiente, los sonidos, sus manos en mi cintura o el culo de Eloína. Yo cada vez gemía más fuerte, pues todas las sensaciones me abrumaban a la vez y mi mente estaba colapsada. Cuando mis gemidos empezaron a ser irregulares por estar al borde del orgasmo, me percato de que el recepcionista empieza a suspirar.
    Señorita, – jadea – ¿a qué a venido?
    Y me zumba una última embestida con la que se decide a correrse dentro de mí, pero por su lenguaje corporal lo supe y me di la vuelta para que aquel néctar acabase en mi cara. Se pajeó con fuerza mientras me miraba la boca, la cual esperaba abierta mi bebida favorita. Con un último suspiro se corrió en mi cara, me cogió de nuevo por el pelo y se metió la polla en mi boca. Era el punto en el que mejor me sabía, aún con mis propios fluidos, pero yo no me había corrido, así que tras una última lamida cariñosa y mirándole a los ojos, me quité de la cara con los dedos el semen que había caído por fuera y lo usé para masturbarme. Por fin empecé a temblar y eché mi cabeza hacia atrás para soltar mi último gemido, y lo último que siento de él son sus manos empujándome para que me acostara y su lengua jugando con uno de mis pezones. Para rematar, un golpe en el estómago:
    Te pareces mucho a Betty.


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    Martana
    Invitado
    Martana on #263388

    Sin duda lo más cutre que he leído en WLS.
    ¿Por qué hacen esto?

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    Lara
    Invitado
    Lara on #263392

    Jajjaa, gracias Martana, he pensado lo mismo

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    Laia
    Invitado
    Laia on #263414

    Pienso lo mismo que las de arriba. He empezado a leer con ganas pero a medida que iba leyendo he ido saltando frases y lo he dejado. No le veo mucho sentidoo.
    Supongo que quien lo haya escrito lo habrá hecho con todas sus ganas, así que tampoco lo tiramos por los suelos.

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    Ali
    Invitado
    Ali on #263419

    Ahora se hacen las puritanas, lo que es yo me ha encantao la historia.
    Quien no quisiera una aventura loca en vacaciones ;)

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    Anaidra7
    Invitado
    Anaidra7 on #263423

    Joder, la gente y su facilidad para faltar el respeto. Si no te gusta cuando te canses deja de leer y salte. Se supone que está página se basa en el respeto de todo tipo y aceptación, y vais y comentáis eso y de esas maneras… Me parece muy feo por vuestra parte, pero bueno respeto vuestra opinión aunque no me gusten las formas que habéis usado.
    Aparte, a mi el relato aunque enrevesado me ha encantado, me parece super real y que tiene una forma de escribir y describir las cosas muy excitantes.

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    China
    Invitado
    China on #263450

    A mí no me ha gustado porque no he entendido los matices que dice en latino. Pero vaya, que no creo que esté mal. Luego venís todas a darle consejo a la chica esa a la que un amigo le dijo que lo que escribía era una mierda.

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    Agnes
    Invitado
    Agnes on #263457

    Martana me representa

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    Umi
    Invitado
    Umi on #263490

    Dónde está el respeto aquí? Esta chica ha escrito un relato erótico, relato, así que ficticio.
    Consejos para la escritora: intenta no hacer cambios tan bruscos, pueden confundir un poco al lector. Las descripciones están bien, pero igual podrías añadir pequeñs detalles para estar más completo porque igual la gente se pierde un poco, por el resto sigue escribiendo :)
    Y a las que decís que no os gusta por los vocablos latinos, que pensarán ellos cuando nosotros usamos nuestro lenguaje? Depende del país puede significar algo diferente.

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    Guadalupe
    Invitado
    Guadalupe on #263570

    1. Si iba a ver a su tía ¿por qué se queda en una pensión?
    2. Si lo que quieres es escribir algo guarro, céntrate y evita los detalles absurdos que no aportan nada y te sacan de la historia.
    3. Si quieres escribir… Al menos vigila la ortografía y la coherencia.

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