¿Sabes? Aún pienso en nosotros. Parece mentira que ya hace casi dos años que no hablamos ni nos vemos, pero todavía sigues en mi cabeza. Muchas veces cuando estoy frente al espejo me pregunto qué te diría si nos encontráramos por la calle, o si de repente se te ocurriera escribirme. Ayer fue uno de esos días y mientras elaboraba un discurso en mi cabeza no pude evitar llorar. Llorar por nosotros, por lo que no pudo ser, por lo que fuimos o creí ser. Supongo que el perdón es algo que nunca tuvimos.

En mis sueños lo volvemos a intentar. Olvidamos todo lo malo y seguimos adelante. Nos escuchamos, evolucionamos y nos curamos. Y, cuando nos queremos, me despierto echando de menos algo que nunca ha sucedido. Una vez escuché en una serie una frase que se me quedó grabada: ¿qué tontería, no? ¿Cómo se puede echar de menos algo que nunca ha sucedido? Pues yo lo echo de menos cada día.

Pienso en lo que estarás haciendo ahora. Si por fin estarás salvando el mundo, si te hiciste el tatuaje pirata, si estableciste límites… si alguna vez te acuerdas de mí. Es que no me entra en la cabeza cómo se supone que tenemos que seguir adelante cuando te arrancan una parte de ti. No me creo todo lo biológico relacionado con la supervivencia. Aunque es verdad que a veces solo queda sobrevivir, que no es lo mismo que vivir. Tú fuiste parte de mí por un tiempo y te arrancaste de mi lado. Y de la noche a la mañana tuve que hacer como que no estabas a diez minutos de mi casa, como si no supiera tu teléfono de memoria, como si no hubieras existido nunca.

Ahora la gente se cree que ya no pienso en ti, que te he enterrado en algún sitio al que nunca acudo. Pero ellos no saben que en el fondo, por mucho que intenté todos los y si… siempre se te queda alguno pendiente. Y si lo hubiera intentando una vez más, y si lo presioné, y si me hubiera llamado, y si fui una exagerada. Y si no hubieras sido así, y si no me hubieras tratado mal, y si no me hubieras mentido ni engañado, y si me hubieras priorizado, y si no me hubieras hecho daño y me hubieras querido bien.

Hace dos años te hubiera escrito este mensaje y hubiera pulsado enviar, mientras que ahora lo escribo para mí, para sanar y no dejarme nada dentro. Te quise, P. Te quise como nunca he querido a nadie y a sabiendas de que nunca vuelva a querer así. Pero al mismo tiempo soy consciente de que durante tres años pensé que serías la única persona que jamás me haría daño, y no pude estar más equivocada.

Salva el mundo, pero, sobre todo, sálvate a ti.

Por los viejos tiempos,
por el viejo amor.

Pau.