Bueno, vamos a comenzar por el «maravilloso» principio de ésta historia que ha hecho tambalear ligeramente mi autoestima.

Conocí al chico en un botellón organizado por mis amigos, físicamente, pues tan sólo había oído hablar de él pero jamás pude ponerle cara. Las cosas se desarrollaban muy bien a lo largo de la noche, a pesar de que la primera impresión que me había dado no le hacía justicia. Congeniamos, descubrimos gustos en común y a pesar de que muchos alegaban que no era lo «suficientemente hombre» para mí, decidí darle la oportunidad de darse a conocer. Me sorprendió gratamente, ningún hombre me había tratado cómo él a primeras, puesto que normalmente suelen abordar el tema del sexo nada más conocerme. Siempre cariñoso, muy atento, hablábamos [y hablamos] a todas horas. Ésto me hizo bajar aún más la guardia con él, permití que atravesara la mellada coraza que envuelve mi corazoncito.
Surgió un segundo encuentro en otra fiesta.

Si bien en la primera noche no hubo acercamiento físico cercano, en la segunda sí que lo hubo aprovechando que las cosas se desarrollaron en la casa de un amigo. Acabamos en una cama, quién sabe por cuántas horas. Volaron caricias, besos que esporádicamente se intensificaban hasta dejarme sin aliento… Hasta que llegó el momento. Cabe decir que en todo momento mostraba plena rigidez, hasta que me desnudó. Ya situado entre mis piernas, se dio cuenta de que las cosas no iban del todo bien. Cómo si fuese un globo al que acababan de pinchar, se desinfló. No sabía dónde meterme, pues era la primera vez que me pasaba algo por el estilo. No huí, ni le recriminé nada, junto a él permanecí desnuda dándole el cariño que necesitaba para tratar de aliviar esa frustración que le hacía evadir mi mirada.

La fiesta llegó a su fin, me fui a casa con el ceño fruncido y mil pensamientos que redujeron mi autoestima a escombros en ese momento. Me alivió -en parte- escuchar de él mismo que no había sido por mi cuerpo, que le encantaba tal como era, pero no puedo evitar seguir pensando que tal vez tuvo algo que ver. Que tal vez hubo algo que… No le gustase y por ello las cosas acabaron de esa manera.
A pesar de que seguimos hablando, ahora parece poner taras a quedar conmigo, o eso es lo que mi mente quiere pensar. Trato de comprenderle, pero también creo que estamos mayores para esconder la cabeza y obviar la situación.

¿Qué puedo hacer?