Hola chic@s, me he animado a escribir este post para contaros mi historia. Sé que a alguien le puede ayudar y con eso me doy por satisfecha.
Sí, hablamos de relaciones tóxicas, lo habéis adivinado.
Con 18 años empecé con un chico atento, cariñoso, eramos amigos desde hacía un año y decidimos empezar una relación. Los primeros meses todo fue bien, no digo perfecto porque ahora sé que no fue así, pero era la primera relación y lo «normalizas» todo.
Tras los primeros meses empezó a cambiar, a ratos era muy atento y a ratos buscaba peleas innecesarias. Poco a poco me fui informando y me di cuenta que había sufrido malos tratos psicológicos por parte de su madre durante toda la vida: le decía que era un inútil, que no servía para nada, que nadie lo iba a querer… Esas cosas a un niño, le marcan.
Yo pensé que su actitud era por eso. Poco a poco me fue poniendo a prueba todas las semanas: empezaba a inventarse cosas para ver como reaccionaba: me decía que me había perseguido por el pueblo y me había visto de la mano con otro, le tenía que enviar una foto cuando él lo requiriese porque le daba la paranoia de que estaba de fiesta, me decía que él era así. Tonta de mí, diréis, pues sí. Yo me podía haber negado a todo eso pero siempre pensé que era consecuencia del pasado tan triste que había tenido y que era una persona muy insegura debido a ello. Siempre quise ayudarle a salir de ese pozo, pero poco a poco me fue consumiendo las fuerzas.
Me alejé de mi familia por él, me alejé de mis amigos, estuve a punto de dejar mi carrera y aunque no llegué a intentarlo, os confieso que alguna vez pensé suicidarme.
No sabía cómo salir de ahí. Y empezó a hablarme mal por todo, a enfadarse por todo, a chantajearme con todo, y sí, a levantarme la mano dos veces. No llegó a pegarme pero es como si lo hubiese hecho.
Y yo lo dejaba pasar todo, me conformaba con que un día a la semana estuviera bien conmigo, con una limosna de amor. Tonta de mí.
Se me empezó a caer la venda cuando llevábamos cuatro años de relación. Empecé a ir una psicóloga, y aunque no le hacía caso, me empezó a enseñar que eso no era amor.
Desde ese momento, me pasé dos años asumiendo que no quería una relación así, que no era la persona con la que yo quería pasar el resto de mi vida.
Algo que no os he contado es que yo estaba estudiando una carrera, fuera de mi pueblo, lejos de él. De lunes a viernes eran malas caras, malas palabras, enfados porque estaba lejos. De sábado a domingo yo era maravillosa para él porque estaba con él. No os podéis imaginar el infierno psicológico que es pasar años así. Entre la espada y la pared.
Durante toda la relación me echaba en cara absolutamente todo lo que hacía por mi, aunque solo fuese acercarme en coche a algún sitio. Eso no es amor amigas.
Un par de veces tuvo que llevarme al hospital por cólico nefrítico, si alguien lo ha padecido, sabe que se pasa bastante mal. Estando en la sala de espera con el suero puesto, me empezaba a decir que sabía que encontraría a alguien mejor y que me fuese con otros, que total, ya lo estaba haciendo.
Nunca le fui infiel. Tonta de mí.
Nadie merece eso, y por desgracia hay muchos chicos (y chicas) así. Toparte con alguien así y no pararlo a tiempo puede llegar a destrozarte la autoestima, la familia, las amistades, la profesión y hasta la vida.
A los seis años y medio de relación lo dejé definitivamente. Se creyó con el derecho de decidir sobre mi vida y obligarme a dejar mi profesión por cuidar a un familiar suyo (con minusvalía) y no, no me sentí triste, ni me sentí sola. Me sentí LIBRE. Esa libertad ha estado acompañándome dos años hasta hoy. Soy feliz. Soy inmensamente feliz. Terminé mi carrera, recuperé amistades y agradecí infinitamente a mi familia, porque ellos fueron el motor para todo.
Si tú que me estás leyendo te has sentido identificada en algún momento con mi historia, solo puedo decirte algo: si yo salí, tú también puedes hacerlo. Lucha por tu vida, sé tú, no dejes que nadie decida por ti y te apague. No somos psicólogas de nadie, una pareja es para quererse mucho y para estar a gusto los dos. No te dejes la vida por alguien que no es capaz de hacer lo más mínimo por ti, y si intentas ayudar y te cuestionan o te ponen a prueba constantemente, sal de ahí.
Te aseguro que no será fácil y te llevará un tiempo adaptarte, se te pone la vida patas arriba, pero merece infinitamente la pena.
Una de las cosas que más valoré cuando lo dejé fue poder ir de compras sola, a la playa sola, hacer lo que yo de verdad quisiera sin tener que pensar «me va a llamar, no voy a estar en casa y se va a enfadar».
Una historia dura, pero de la que se sale. Ahora estoy a punto de cumplir 26 y en el mejor momento de mi vida. Él lleva un año con una chica de 16 años y os aseguro que cuando me enteré que estaba con alguien mas, respiré, no por él, sino por mi. Lo siento por la chica y os aseguro que a veces pienso que estará pasando por todo lo que yo pasé y me da una tristeza enorme, pero me alegro por mí, porque cuando lo dejé, realmente sentí miedo. Ahora tiene otro saco al que golpear y no me ha vuelto a molestar, supongo que ese tipo de personas siempre necesitan alguien a su lado para sentirse bien. Yo en cambio, estoy aprendiendo a disfrutar de mi soledad más que nunca.
Se sale. Un beso muy fuerte a todas las que estáis pasando por algo similar y adelante, un deseo no cambia nada, pero una decisión lo cambia todo.