Creo que fue ayer cuando una madre consultaba sobre la melatonina que le habían recetado a su hija para poder dormir tranquilas las dos; sin embargo, creo que esto puede afectar en general a la salud de todos y por eso lo pongo en Salud y no en Embarazo y mamis.

A la mayoría de quienes dejaron un comentario se les llenó la boca diciendo que dar melatonina a una persona (en este caso un bebé o niña pequeña) no era drogarla.
Evidentemente, no lo es.

Pero, ¿ y si en vez de melatonina dijéramos testosterona? Al fin y al cabo, ambas son hormonas. Si ahora nos dijeran de darle testosterona a nuestra niña no lo haríamos porque tiene efectos secundarios. Y es que TODO lo tiene, salvo la homeopatía, que es agua azucarada.

La melatonina es una hormona, sí. Pero no debería ser un tratamiento de elección para los trastornos del sueño porque más allá de cierto efecto placebo que encontremos (por ejemplo, en las pastillas que hay en mercadona, sin ir más lejos) es incierta.
Y NO ES INOFENSIVA. Tiene efectos adversos varios: en la piel, en el aparato digestivo, en el cerebro y demás.

Estudios hechos en Francia entre 1985 y 2016 han sacado a la luz efectos adversos observados en varios pacientes. Desde algunos que se tipifican como desórdenes neuropsiquiátricos (desmayos, somnolencia, dolores de cabeza, convulsiones, ansiedad, depresión), problemas dermatológicos (tales como erupciones) o problemas gastrointestinales (como vómitos, estreñimiento y daños pancreáticos). También se observaron alteraciones del ritmo cardiaco en pacientes que finalmente suspendieron su tratamiento con la melatonina.

Todos estos riesgos suponiendo que no se mezcle con otros medicamentos.

Lo que quiero decir es que la melatonina no es, ni de lejos, una sustancia inofensiva. Puede que promueva el sueño, sí, pero conlleva riesgos por los efectos adversos (bastante significativos, dicho sea de paso).

Así que por favor, no os llenéis la boca con que «yo lo he tomado» o «a mi niño se lo han dado» y no ha pasado nada. Porque sí pasa.