Reproducimos un testimonio que nos llega a [email protected]

Este es el caso de mi amiga Sara, lleva tres años trabajando en uno de los despachos de abogados más importantes de Cáceres. Le costó muchísimo siendo tan joven y mujer, aunque parezca mentira en los tiempos que estamos, todavía quedan profesiones que tienes que ser muy buena para estar allí. A ella la avalaba unas notas perfectas en la carrera que le llevaron a muchos meses de prácticas gratuitas y muchas horas de trabajo, hasta que le dieron la oportunidad. 

Aún hoy después de tres años, cualquier mínimo error le pasa factura. Parece que, al ser la única mujer, no se les escapa nada. El nivel de exigencia es muy alto, en todos los sentidos y tiene que ser y estar perfecta al doscientos por cien. Pues llevaba un tiempo que no se encontraba bien, dolores musculares muy fuertes, migrañas, calambres…. Ella lo achacaba al poco dormir y mal comer. Pero pasaban las semanas y esto lejos de mejorar, empeoraba. Decidió apuntarse a yoga, para trabajar cuerpo y mente. Pero allí se dio cuenta que algo más grave estaba pasando. Se le dormían las piernas y era incapaz de dar un paso, recién levantada. 

Preocupada sobre todo porque veía que no podía llevar el ritmo exigido, se hizo un chequeo completo, pensando que iba a ser estrés acumulado y quizás falta de vitaminas. Prueba tras prueba, de todo tipo, más de tres meses de estudios, hasta confirmar un diagnóstico demoledor con 29 años, esclerosis múltiple. 

El mundo se le vino abajo, porque encima estaba en una fase muy agresiva, que los médicos no se explicaban cómo podía vivir sin medicación y con esos dolores y molestias. Hace seis meses que empezó con el primer tratamiento y se lo han tenido que cambiar por brotes y efectos secundarios. 

En el trabajo la notan rara, cansada, sin esa energía que la caracterizaban, sin esa chispa que ella tenía. Ella les dice que la covid le ha dejado secuelas en los pulmones, que no duerme bien y está más cansada, pero que no pasa nada, que con el tiempo se irá poniendo todo en su sitio. Tiene pánico a que se enteren de su situación, porque según la frase de su jefe no sólo somos los mejores, sino tenemos que demostrarlo. Y sabe que por mucho menos que eso han despedido a compañeros, el dinero no es un impedimento o cualquier estrategia legal, para que los despidos salgan baratos. Sabe que más pronto que tarde lo tendrá que comunicar y es injusto que en esa vida, se sigan dando situaciones así y su vida laboral en ese sitio va a terminar en ese momento que ya no pueda ocultar la enfermedad.

Isora