Al leer la historia supermega-envidiable de la chica que encontró a su pelirrojo, me entró el gusanillo de hacer visible mi historia, ya que por un tiempecillo pensé que también había tenido esa flor en el culo. Pero… Sorpresa!! Cacota gorda para la menda.
Os cuento…
Creo que fue la novena vez que me instalaba Tinder (a mi me suele durar la app en el tlfn 1 semana como mucho). No Le pongo entusiasmo y el patio tampoco es que esté para tirar cohetes. Pues entre tanta X apareció él.
Hiper tatuado (+10 points) grandote (+10 points) motero (+10) y una cara de empujar fuerte que te quitaba el sentío (+9419181). Porque para qué nos vamos a engañar, no entré a tinder con la esperanza de encontrar al hombre de mi vida, pero SÍ una alegría pa tu cuerpo Macarena…
Pues el hijo de Odin empezó la conversación y todo super guay. Un tío muy majo, educado, emprendedor, con las ideas muy claras (eso parecía). Las conversaciones eran super extensas y variadas. Al cabo de un par de semanas decidimos quedar y ver que pasaba en persona, ya que a través del tlfn la conexión era brutal.
Pues quedamos en mi ciudad (yo soy de Sevilla y él de Jaén, pero por unas movidas suyas, viene aquí todos los fines de semana). Puto morbo de tío en persona. El resumen de esa noche es que terminamos fornicando como si no hubiera un mañana y nos dieron las claritas del día. Y aquí empieza la novela…
Sin darme cuenta estaba enganchadísima a este personaje, porque no tiene otro nombre. Me enganché a una persona que no existe, solo el papel que él hizo. Después de dos meses quedando todos los fines de semana, echando los mejores polvos de los últimos tiempos, hablando todos los Santos días, pidiéndome explicaciones cuando él no daba ni una, de soportar escenitas de celos absurdas que compensaba luego siendo una persona super atenta y desbordante de cariño… me zampa el colega que se está separando. Tal cual. Que no me lo había dicho antes porque era algo que iba a finalizar en breve y que pa qué. Me quedé con la cara partí – a y no supe que decirle, tonta de mí porque ahí debería de haberlo mandado a tomar por saco, pero no, la monguer que vive en mí pensó que por lo menos lo ha contado, y que si ya lo tienen en trámites pues que va a ser solo cuestión de poco tiempo. No problem!
A todo esto añadir que el muchacho me formó un pitote porque vio que al principio de hablar con él seguía mi perfil en tinder o porque en instagram aparecía la última conexión del chat más tarde que el fin de conversación con él. Todo muy lógico.
Siempre soltaba comentarios referentes a la gente que seguía o me seguía en instagram, a las veces que se metía en WhatsApp y me veía en línea… Lo controlaba TODO. No se le escapa ni un like. Eso sí, no nos seguíamos en IG, ya que podía ser «hiriente» para su «ex» y mejor así de momento. MONGUER!!!!
Me engatusaba con sus ojitos de gatito y sus «no te puedo perder, te necesito conmigo, no me puedo permitir perderte pero tengo una vida complicada, te quiero, vamos a intentarlo aunque sólo nos veamos los fines de semana…» blablabla
No voy a extenderme explicando todas las películas del muchacho porque si no, esto sería la historia interminable, pero de verdad os juro que esta criatura vivía en una realidad paralela o me tenía como una soberana gilipollas. Por últimas ya dudaba hasta de su nombre… Con eso ya os lo digo todo. Porque con el tiempo me enteré que me había mentido con la edad también.
Así transcurrieron 7 meses. 7 meses de mentiras y chantajes en los que yo era la loca cada vez que le intentaba plantar cara cada vez que me olía algo raro. Meses en los que una parte de mi no reconocía a la otra. Tenía la grandiosa habilidad de darle la vuelta a la tortilla y terminar haciéndote sentir culpable a ti, hasta el punto de llegar a pedir perdón por desconfiar de él, que meses después seguía viviendo con su mujer y no se había separado.
Después de aguantar toda clase de adjetivos, logré deshacerme de ese parásito emocional que lo único que necesitaba era engordar su ego, que es lo único que le llenará, porque no deja de ser una persona vacía que utiliza a los demás para sentirse grande.
A día de hoy sigo teniendo noticias suyas, ya que tenemos conocidos en común y me lo he cruzado un par de veces. Aún casado. Aún conviviendo con esa pobre mujer que no sabe la clase de persona que tiene bajo su techo. Y aún haciendo de las suyas.
No hay final feliz ni perdices en esta historia. Solo quería compartirlo con ustedes a modo de advertencia. En estos tiempo en los que todo transcurre tras una pantalla, es mucho más fácil inventarse una vida u omitir parte de ella.
Millones de gracias por vuestro tiempo.
Fdo:
Una monguer que no echa cuenta a su intuición