Un corazón roto, un ron cola y un evento canónico

Inicio Foros Sex & Love Love Un corazón roto, un ron cola y un evento canónico

  • Autor
    Entradas
  • Loversizers
    Superadministrador
    Loversizers on #962056

    Reproducimos un testimonio que nos llega a [email protected]

     

    UN CORAZÓN ROTO, UN RON COLA Y MI PRIMER EVENTO CANÓNICO

     

    Esta es la historia de un corazón roto. Mi novio desde hacía 7 años me había dejado, literalmente, de la noche a la mañana. Un día, después de una discusión tontísima, hizo las maletas y se fue a casa de su madre. Ni yo ni mi entorno esperábamos una reacción así. Siempre habíamos sido una pareja muy feliz y enamorada, o eso creía yo. Era un novio súper atento y cariñoso y con él las risas siempre estaban servidas. Por eso, ante una decisión de semejante nivel, me quedé como se queda la playa tras un temporal: en ruinas. No comprendía nada y era incapaz de hacer otra cosa más que llorar y dormir. No salía de la cama, salvo para ir a trabajar, donde seguía llorando en mi escritorio rodeada de montañas de papeles a punto de estallar, o las veces que mis amigas fueron a sacarme a rastras de la cama para que me diese el aire. Perdí más de 10 kilos en menos de dos semanas y no era más que el reflejo de mi misma. Había perdido el apetito y las ganas de vivir que siempre me habían acompañado. 

    Pero como nada en esta vida dura para siempre y habiéndome autodenominado a mí misma toda la vida  como alguien incansable que jamás se rinde, intentaba cada día salir adelante. Me quedé viviendo en la casa donde habíamos construido nuestro hogar durante casi 4 años. Me costó un mes y muchas visitas a Ikea  volver a dormir en la misma cama sin que la forma y el calor de su cuerpo se uniesen al mío en un baile perfectamente sincronizado que habíamos coreografiado a lo largo de los años. 

    Y así, pasaron un par de meses hasta que llegó la fecha fijada en el calendario por mi grupo de amigas: el festival de reggaetón antiguo que habíamos comprado hacía meses. Las ganas de ir a ese concierto habían abandonado mi cuerpo en el mismo momento en el que Luis se había ido de mi vida. Me pensé mucho si ir o quedarme en casa, pero finalmente, las ganas de salir adelante y el entusiasmo de mis amigas hicieron que cambiase los kleenex y las canciones tristes por el glitter y “la gasolina”. Fue, sin duda, la mejor decisión de aquellos meses. 

    Verme maquillada me subió el ánimo inmediatamente y, aunque no fallé a mi norma personal número 1 de no beber cuando estás triste, el alcohol no fue necesario para pasar un buen rato con mis amigas cantando a pleno pulmón. Lo cierto es que la llorera amenazó  con aparecer en muchas ocasiones, pero ahí que estaban mis amigas para hacerme saltar y gritar en un intento de espantar a la tristeza. 

    Fue, como digo, una noche liberadora en la que todo se fue sucediendo de manera más o menos tranquila. Conocimos a un grupo de chicos que estaban de despedida de soltero y que eran amigos de mi amiga Lucía. Nos presentó a todos y pasamos gran parte de la noche con el que era su mejor amigo, Carlos. Era un chico guapo y  simpático que llevaba un tiempo viviendo en mi barrio, aunque nunca habíamos coincidido. La cosa quedó ahí. Mi corazón y mi cuerpo no podían con más emocionalidad y decidí volverme a casa temprano. Es importante también saber escucharse. 

    Pero, como no podía ser de otro modo, meses después, Carlos y yo volvimos a coincidir de manera casual. Fue una noche en la que había salido con Lucía y otras amigas a cenar y tomar una copa por el centro de tranquis. Después de la cena, acompañé a Lucía a ver a su novio que estaba por allí en un bar del centro tomándose algo, mientras las demás iban a coger mesa al bar de copas. Cuando entramos, cuál era mi sorpresa que estaba Carlos con él. Al principio todo fue muy normal. Nos volvimos a presentar porque, según comentó, no recordaba haberme visto el día del festival porque iba muy borracho. Nos invitaron a una cerve antes de irnos y aceptamos. Fue una conversación divertida y natural, hasta que pasamos a otro pub a tomarnos la copita. Ay las copitas. 

    Resulta que Carlos era ingeniero en una empresa automovilística y, además, era un fervoroso creyente de la fe cristiana, incluso llegó a contarme que uno de sus mejores amigos era el cura de la Parroquia. A mí, que soy atea desde que hice la primera comunión, me dio por reírme, pensando que se estaba quedando conmigo. Pero no, queridas amigas, era todo verdad y allí que estaba Lucía para confirmármelo. No podíamos ser más diferentes, pero yo no sé si fue la capacidad de hablar y discutir sobre un tema aunque no estuviéramos en absoluto de acuerdo o fueron las copas de ron cola a las que él, muy generosamente, me iba invitando, lo que me hizo que me pareciera cada vez más interesante.

    O puede también que fuese cómo me mantenía la mirada acompañada de una sonrisa, sin que resultase incómodo o baboso. O puede que fuese el ambiente distendido con la música de fondo que invitaba a la charla surrealista que estábamos teniendo. O puede que fuese la combinación de todas las anteriores. La cuestión es que, sin darnos cuenta, nos habíamos quedado los dos solos apartados del resto del grupo hablando cada vez más cerca el uno del otro. Nuestras miradas  empezaron a desprender chispas. Y yo, que llevaba ya varios meses sin sentir ese calor que te sube desde la entrepierna hasta el pecho, me dejé llevar.

    Primero se acercó a mi oído para decirme que nos fuéramos a un lugar más tranquilo para seguir charlando. Y después, en la calle en la búsqueda de un taxi, vinieron los besos. Puedo decir que fue extraño recibir los besos de un desconocido después de años probando la misma boca, pero fue también liberador. Fue como limpiar las telarañas de mi corazón roto e ir decorándolo poco a poco para lo que estuviese por venir. Y, aunque no fue el mejor sexo de mi vida, sí que puedo considerarlo “mi evento canónico”, porque abrió las puertas a todo lo que estaba por venir en mi nueva vida de soltera, que no sola. Fue un encuentro amable, excitante y divertido que siempre recordaré con cariño. 

    Así que sí, para las que estéis pasando por un proceso de duelo o una  ruptura traumática y penséis que se acaba la vida y que no hay nadie más, os aseguro, chicas, que hace no mucho yo también estuve ahí, pero las cosas suceden de la forma más inesperada y los eventos canónicos son unos geniales “arrancatiritas” si estás preparada para ellos. ☺

     

    Nita T


    Responder
WeLoversize no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta web por colaboradores y usuarios del foro.
Las imágenes utilizadas para ilustrar los temas del foro pertenecen a un banco de fotos de pago y en ningún caso corresponden a los protagonistas de las historias.

Viendo 1 entrada (de un total de 1)
Respuesta a: Un corazón roto, un ron cola y un evento canónico
Tu información: