Vengo a aportar un poco de alegría a este foro donde muchas veces he leído sobre malas experiencias en el amor. Vengo a fardar de mi novio pero también a lanzar un mensaje. Tenedme paciencia.
Conocí a mi actual novio por Tinder (lo sé, muy original) a principios del confinamiento nacional. Desde que hicimos match no dejamos de hablar ni un solo día. Descubrí un chico atento, de una inteligencia extraordinaria, feminista, culto, con aficiones… Estaba en una nube pero, a la vez, estaba alerta a posibles red flags y me decía a mí misma que tan perfecto no podía ser aquello, alguna tara debía haber.
En anteriores relaciones (tanto formales como rollos) estaba acostumbtada a tolerar alguna cosa: mi ex era un maltratador pero aguanté con él porque hizo un gran trabajo mermándome la autoestima, he estado con alguno con las ambiciones de una merluza, otro fue muy controlador, otro no tenía nada más que sexo en la cabeza… En fin, ¿que os puedo contar que no sepáis?
Se acercaba el día en que nos iban a soltar (11 de mayo) y yo pensaba en mil cosas que podían salir mal: ¿Y si en persona no me atraía? ¿Y si no le gustaba yo? ¿Y si resultaba que no éramos compatibles sexualmente? Si bien en esta primera cita me sentí algo extraña al principio (hacía como dos meses que nos habíamos conocido pero vernos cara a cara era otra historia), fue definitiva para acabar de enamorarme de él.
Desde entonces nos hemos ido a vivir juntos. Me apoya en todo lo que yo quiera hacer, es un excelente cocinero, se lleva bien con todos mis seres queridos, es igual de independiente y de cariñoso que yo y me cuida de maravilla cuando la leve depresión que padezco me hunde. Parecerá una tontería pero su mayor green flag fue la siguiente frase suya: «A mí no me gustan los perros, pero tengo ganas de conocer al tuyo porque parece ser muy importante para ti.» Ahora son mejores amigos y mi perro se piensa que mi novio es suyo y no mío. 😆
Óbviamente, no todo es perfecto en nuestra relación. Pero esta red flag que buscaba al principio sigue sin aparecer, y espero que nunca lo haga.
Y ahora, después de la historia interminable, el mensaje: de esta experiencia he aprendido a ser exigente en mi vida sentimental (y sexual). Si algún día lo dejamos (*toco madera como una posesa*), sé que no me voy a conformar con lo primero medio decente que pille.
No pienso tolerar nada de nadie más, ni comportamientos tóxicos, ni visiones de la vida que difieran de la mía, ni incomptabilidades en ningún aspecto importante. Y tú, amiga soltera o en una mala relación, tampoco deberías hacerlo. Ten paciencia, quiérete mucho y, si un día te apetece tener pareja, no bajes el listón por nadie.